Las injusticias del régimen cubano aún no han encontrado un límite. Cuando hablamos de la producción de alimentos en Cuba, sus gobernantes voltean la mirada, observan sus bolsillos con dinero y sus cocinas llenas de comida. Sinceramente no les importa las penurias que pasan todos los días los cubanos.
La crisis que desató el virus chino arrasó con la isla y con sus productores de maneras que no podríamos imaginar. Cuba está viviendo la peor crisis alimentaria desde la década de los 90, mientras que el régimen asegura que todo está “bajo control”.
La dictadura cubana sigue sometiendo a sus ciudadanos a medidas que solo generan más miseria y escasez. Las tiendas que el régimen autorizó para vender productos de primera necesidad, ya están vacías. Los chanchullos de la captación de divisas duraron muy poco.
Los disturbios para comprar pollo o aceite cada vez son más violentos. Las colas son interminables.
Gracias a la mísera producción nacional, las personas deben romper la cuarentena, romper el distanciamiento social, arriesgarse a contraer el virus, con tal de salir a buscar alimentos para llevar a las mesas de sus hogares.
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Cuando más necesitan alimentos
Los testimonios de los productores llegan todos los días. Están hartos de que el gobierno les pase por encima y no haga nada para que la productividad salga a flote. Están agotados de que el favoritismo en sectores específicos haga que el rendimiento de la producción nacional sea casi nulo.
Están cansados del hambre en Cuba, sienten que tal situación recae en sus hombros, puesto que quienes trabajan en esas empresas de alimentos son ellos.
Si todos supieran que el régimen es quien frena el abastecimiento, no los productores. Nadie más que ellos desean con todo su corazón que la producción de las empresas prospere y la población se alimente. Muchos tienen toda una vida laborando en empresas agropecuarias y el dolor que sienten es inexplicable.
Cuba está necesitando alimentos quizás como nunca antes, pero las trabas de la dictadura son incontables. El gobierno solo se preocupa de echarle la culpa a Estados Unidos, mientras que la isla se hunde en una crisis alimentaria sin igual.
La producción de arroz está acabada

Eddy Cañete Perez, un campesino agropecuario perteneciente de la Empresa Arrocera Manuel Capote Sosa, no puede entender por qué el gobierno frena y pone trabas para cumplir con la demanda de arroz que Cuba tanto necesita.
Él y sus compañeros relatan algunas de las injusticias que viven en la empresa. Eddy, expresó que los directivos de la Arrocera Manuel Capote Sosa, no entienden ni desean entender la importancia que tiene tal producto para alimentación en Cuba.
Es así como Eddy relata que el “favoritismo y el chanchullo están frenando el desarrollo de la producción de arroz”.
Las plantaciones de arroz de Eddy ya están en el momento adecuado para recibir el fertilizante que estimulará y desarrollará su producción.
Pero, los directivos no le facilitan dichos abonos. Sin embargo, sí se lo facilita a personas que apenas están comenzando labores agrícolas.
¿Por qué? ¿Por qué beneficiar al que apenas está comenzando y no al que tiene tiempo? ¿Por qué el gobierno pone trabas para poder cosechar lo que con tanto esfuerzo les ha costado a estos productores de arroz?
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Frenar el proceso productivo de muchos y beneficiar a pocos
Eddy relata que esta no es la primera vez que se frena el proceso productivo de muchos para beneficiar a unos pocos. Hay que ponerle un freno a esta situación que lo único que causa es que el pueblo sufra.
Según Eddy, los insumos se encuentran en existencia en el almacén de la empresa y los directivos se niegan a entregárselos. Todo apunta a que esta será otra producción de arroz perdida en lo que va de año.
Y aquí no pueden culpar a los extranjeros o a la pandemia, los recursos están ahí, pero ellos prefieren tener a los cubanos hambrientos antes que ceder. Los campesinos de la arrocera solo piden una cosa:
“Queremos los insumos y el desmorone de los obstáculos burocráticos”.
El régimen, con su favoritismo y sus chanchullos absurdos, terminarán de acabar con lo poco que queda de Cuba.