241 días de conflicto en Ucrania: ¿se esfuma la ambición de Putin?

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Imagen: RTVE

Autor: Hugo León

Negar la formidable y peligrosa fuerza del ejército ruso es algo que nadie en su sano juicio haría, y hasta hace poco, tampoco podría haberse cuestionado su eficacia. Sin embargo, el mito de la invulnerabilidad necesita ser sustentado con hechos, y hasta el momento, la realidad es que las fuerzas de Putin no han logrado tomar Kiev ni en un mes, ni en tres, ni en siete.

Ya han pasado 241 días desde el inicio del ataque ruso a Ucrania, conocido por Putin como “operación especial”, y aunque la contienda aún no presenta un claro vencedor, es evidente que la situación no está siendo tan sencilla para Rusia como muchos anticiparon.

Después de que comenzara la invasión el 24 de febrero de este año, numerosos analistas asumieron que Ucrania caería y que Zelensky renunciaría en cuestión de días, pero el ejército ruso experimentó su propio Stalingrado en Kiev durante los primeros días de abril, cuando los soldados ucranianos lo forzaron a retirarse de las localidades cercanas a la capital atacada, revelando importantes fallas en la estrategia del Kremlin.

A pesar de que las tropas de Putin controlan aproximadamente el 20% del territorio ucraniano, gracias a la resistencia de su adversario, Moscú podría mantenerse en la noción de que está ganando la guerra. Sin embargo, en las últimas semanas, las fuerzas rusas han estado en retirada y se han enfrentado a nuevos frentes estratégicos que han llevado a Putin y a su ministro de Defensa a admitir que la situación en el campo de batalla es “tensa”.

Altos funcionarios de la diplomacia occidental, como Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, coinciden en que Rusia está perdiendo la guerra a nivel moral, político e incluso militar, mientras se apresuran a seguir enviando ayuda militar a Ucrania.

En este contexto, el ejército ucraniano cuenta con un apoyo significativo por parte de la OTAN en su esfuerzo de guerra, recibiendo envíos de armas y municiones en Kiev y, más recientemente, equipos modernos para la defensa del espacio aéreo ucraniano, como es el caso de Alemania, además de acuerdos para el entrenamiento de soldados ucranianos en territorio europeo.

No obstante, Rusia no se ha quedado de brazos cruzados; para contrarrestar el avance ucraniano, declaró una movilización parcial el 21 de septiembre, con la cual pretende destinar más recursos a la guerra, incorporando hasta 300 mil reclutas adicionales.

En el ámbito político, entre el 23 y el 27 de septiembre, las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, que se autoproclamaron Repúblicas Populares en febrero de este año, así como las provincias de Jersón y Zaporozhia, bajo control ruso en el sur de Ucrania, llevaron a cabo referendos para unirse a Moscú, lo que resultó en su aceptación por parte de la Federación Rusa.

Sin embargo, esto ocurrió en medio de la contraofensiva ucraniana que comenzó a finales de agosto y que, para mediados de septiembre, había logrado retomar el control de localidades en las cuatro regiones que Rusia había anexado.

En los días recientes, el Kremlin ha ejecutado ataques contra infraestructuras eléctricas en Ucrania; según medios oficiales de ese país, estos ataques también han afectado zonas residenciales y civiles. Rusia, por su parte, afirma que se han dirigido contra infraestructuras y centros militares.

Además, Rusia acusa a Kiev de realizar bombardeos en áreas civiles de los territorios ocupados y de causar daños al puente que conecta la península de Crimea con el resto del territorio ruso.

Por lo pronto, las autoridades designadas por Moscú en Jersón han instado a los ciudadanos a evacuar la ciudad de inmediato, aunque no han indicado que se espere un ataque inminente por parte de las fuerzas ucranianas, que se están acercando a la zona.

En las últimas semanas, Ucrania ha recuperado 88 localidades en Jersón, una provincia que, según el Kremlin, ya es rusa; además, desde que empezaron los bombardeos contra sus infraestructuras, al menos la mitad de la capacidad de producción termoeléctrica de Ucrania ha sido afectada.

Está claro que esta guerra no ha sido ni será un camino fácil para ninguno de los bandos. Mientras se esperan los resultados de la contraofensiva ucraniana y la respuesta de Rusia, lo que se puede afirmar es que aunque el sueño de Putin pueda seguir vivo, por el momento permanece solo como eso: un sueño.

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