Foto: Laura Rodríguez Fuentes
No es un misterio que Cuba enfrenta actualmente una de las crisis económicas más severas, lo que ha impactado todos los sectores de la sociedad. La escasez de alimentos se ha visto agravada por la pandemia, lo que ha llevado a un aumento en la importancia de los remedios herbales y otros tratamientos alternativos.
La isla cuenta con una larga tradición en el uso de plantas medicinales, tanto en ceremonias religiosas afrocubanas como en el tratamiento de enfermedades comunes, además de prácticas alternativas como la acupuntura, las ventosas y los masajes terapéuticos.
Un extenso reportaje publicado en National Geographic indica que: “La economía cubana ha estado en crisis durante décadas, exacerbada por una mala gestión, las prolongadas sanciones de Estados Unidos, el colapso de la Unión Soviética (ex antiguo benefactor de Cuba) en 1991 y la restricción del comercio con países aliados como Venezuela, que también atraviesa su propia crisis económica”. Estas son, entre otras, posibles causas del problema.
El texto continúa: “Las restricciones impuestas por Estados Unidos durante la administración Trump limitaron los viajes a la isla y redujeron la cantidad de dinero y paquetes que se podían enviar desde el continente (siendo ambos métodos importantes fuentes de medicamentos). Además, la pandemia ha impactado el turismo, que es una fuente vital de ingresos que el gobierno necesita para adquirir suministros esenciales”.
Si bien algunos cubanos cultivan sus propias hierbas medicinales en parcelas rurales o espacios urbanos pequeños, Cuba implementó un plan nacional de salud en 1995 para integrar la medicina natural y tradicional en su sistema de salud, además de contar con una oficina nacional de investigación en La Habana dedicada al estudio de las medicinas naturales.
El país empezó a promover el uso de plantas medicinales y la medicina alternativa durante el Período Especial, tras el colapso de la Unión Soviética y la pérdida de sus amplios subsidios. Así, el gobierno siguió apoyando las alternativas naturales, fabricando medicamentos a base de plantas en laboratorios especializados y distribuyendo productos naturales a través de su red de farmacias.
Dicho reportaje resalta la provincia de Las Tunas, donde los agricultores producen plátanos, pasionaria, menta, guayaba, limones, orégano y otras hierbas para abastecer a cinco laboratorios con más de 35,000 kilos de material vegetal al año, los cuales se convierten en extractos, jarabes, gotas, cremas y tinturas. Estos productos suelen ser más accesibles en las farmacias estatales en comparación con los medicamentos recetados.