Foto: Roy Leyra | CN360
Texto: Manolo Vázquez
Un nuevo torneo, conocido preliminarmente como “Élite”, iniciará en el último trimestre del año, varios meses después de finalizada la Serie Nacional 61, que se extenderá hasta junio próximo.
El objetivo principal es concentrar la fuerza en un número reducido de equipos y aumentar las horas de juego de varios de los mejores peloteros del país. Sin embargo, desde su anuncio, han surgido diversas opiniones, muchas de ellas críticas, incluso antes de conocer la mecánica de esta nueva competición.
Recientemente, recordamos la antigua Serie Selectiva, que comenzó en 1975 y que cambió de nombre a Súper Selectiva entre 1993 y 1995. Esta competición se redujo de ocho a cuatro equipos (Occidentales, Habana, Centrales y Orientales), lo que finalmente llevó a una desconexión del público con los estadios, debido a la falta de interés en esos equipos amalgamados, formados por atletas de distintas provincias.
La razón principal de esa decadencia fue, además de la cuestionable calidad del béisbol en ese entonces –que, aunque mejor que el actual, tenía sus fallas–, el sentimiento de que los aficionados no se veían reflejados en los equipos que competían.
La división político-administrativa de Cuba en 1976 marcó un hito en este aspecto. Geográfica y socialmente, un espirituano dejó de ser villareño, al igual que un cienfueguero. Esto se refleja en la región oriental, donde juntar peloteros de Holguín, Granma, Santiago y Guantánamo nunca superará el espectáculo de verlos competir de forma separada.
Las distintas identidades se manifiestan a diario en cada una de las provincias, y en La Habana hemos sido testigos del ímpetu de la vecina Mayabeque al enfrentarse a Industriales. Estas rivalidades, algunas de las cuales han surgido en los últimos años, son las que mantienen viva la pasión por el béisbol cubano.
Entre las propuestas que se manejan actualmente, mientras la Serie Nacional 61 avanza en su calendario, destacan dos. La primera, y quizás más realista, incluiría a los seis equipos que terminen en las primeras posiciones de la tabla del actual torneo, que serían reforzados como ha sucedido en algunos playoffs recientes, aunque no en el último. La segunda propuesta también contempla seis equipos, pero agrupados por territorios, como mencionamos antes, donde varias provincias formarían cada uno de los seleccionados.
Si bien falta tiempo para el último trimestre del año, cuando debe comenzar la nueva competición, la dirección del béisbol cubano deberá definir su estructura en los próximos días y, sobre todo, dialogar con los protagonistas, quienes serán, en definitiva, los que más se beneficiarán, o no.
Un punto importante a considerar es que varios de esos peloteros no estarán en el país debido a compromisos en ligas extranjeras, lo que genera un debate, ya que si el objetivo es elevar el nivel del béisbol cubano, los mejores no pueden estar ausentes.
Lo cierto es que cada vez que se habla de béisbol, la controversia surge. No se puede ignorar la discusión sobre la posibilidad de profesionalizar el deporte y establecer una verdadera Liga Cubana, con patrocinios y contratos, lo que inicialmente ofrecería un mejor espectáculo, con salarios más altos tanto para los atletas como para los entrenadores y árbitros. Solo hay un camino para elevar el nivel, pero habrá que ver si somos capaces de recorrerlo.