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El reelegido presidente de El Salvador, Nayib Bukele, enfrenta múltiples desafíos al iniciar su segundo mandato este sábado en un solemne acto de toma de posesión, marcado por un poder casi absoluto y la ausencia de oposición.
Sus principales objetivos durante este nuevo periodo presidencial serán mantener la seguridad en el país y alcanzar la prosperidad económica que prometió, todo en un contexto polémico, ya que ignora las disposiciones constitucionales que prohíben el ejercicio de dos términos presidenciales consecutivos.
Nayib Bukele ha manifestado su postura contundente frente a opositores y criminales. De hecho, unos días antes de asumir el cargo, movilizó miles de soldados y policías en Apopa, un suburbio obrero de la capital, San Salvador, como lo comunicó a través de su cuenta en X.
“Quiero destacar que hemos tenido el mayor número de delegaciones en la historia de este país, y que este nuevo gobierno ha sido reconocido por el 100% de las naciones del mundo,” afirmó en su discurso después de juramentar y recibir de nuevo la banda presidencial durante una ceremonia en el Congreso Nacional.
Reelegido con el 85% de los votos, en un país que ha estado en una lucha constante contra poderosas pandillas que han llevado a El Salvador a ser considerado una nación con altos niveles de criminalidad, su gobierno asegura que ahora es una de las ciudades más seguras de Latinoamérica, destacándose las mejoras en la seguridad pública durante su primer mandato.
Además, según analistas internacionales, se ha registrado una reducción del 60% en la migración de salvadoreños hacia Estados Unidos.
Una destacada delegación de Estados Unidos, liderada por el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, así como varios líderes latinoamericanos, como los presidentes de Argentina, Javier Milei; de Costa Rica, Rodrigo Chaves; y de Ecuador, Daniel Noboa, además del Rey de España, Felipe VI, estuvieron presentes en la ceremonia de toma de posesión de este sábado.