Camila Rivero sobre su experiencia: «Prefiero considerarme una ‘manipuladora experta'»

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Fotos: Cortesía de la entrevistada

Texto: Alejandro R.

Camila Rivero Caso es una joven artista que está logrando destacar en Madrid gracias a su voz, ese instrumento mágico que emplea para cautivar y, como ella misma dice, “manipular” desde una profesión apasionante.

Su trayectoria en las artes puede haber iniciado cuando tenía apenas 3 años y, junto a su madre, interpretó a una oruga del bosque en una obra del Teatro Guiñol de La Habana. Sin embargo, el arte parece fluir en su sangre, heredado de ambas ramas de su familia.

Su madre, la reconocida actriz Katia Caso, es bien conocida en Cuba; su padre, Néstor Rivero, fue actor de teatro y cine durante años en la isla, hasta que emigró a Chile en 1993. Por parte de su tío, Juan Carlos Rivero, tecladista, vocalista y compositor, le llega la música, y la lista de artistas en su familia es notablemente extensa.

Camila comenzó su formación en Cuba, iniciándose con el piano clásico. Tras varios años en Ecuador, decidió regresar a la isla para estudiar Ópera en el Palacio Lírico Nacional.

Ahora reside en España, el mismo país que eligió su madre. Su llegada en medio de la pandemia de Covid-19 fue complicada, pero su dedicación y conocimientos prevalecieron. Camila cantó en la plaza Callao de Madrid, en la calle, y esa experiencia le abrió muchas puertas. En la actualidad, posee su propio negocio académico y colabora con importantes orquestas locales.

Cuba es un tema de gran afecto para ella, pero está convencida de que la actividad creativa, desde la individualidad, puede generar el cambio. Su voz es así su arma, invitando a todos a compartir una experiencia única en cada presentación que realiza.

Desde Madrid, Camila confió en Cuba Noticias 360 para que, en medio de tiempos prolongados y trabajo incansable, podamos conocer más sobre ella, tanto como actriz como cubana.

¿Cuándo surgió tu inclinación por las artes, específicamente por la música?

Se puede afirmar que lo llevo en la sangre, ya que la mayoría de mi familia son artistas escénicos, músicos, actores, etc. Desde pequeña estuve rodeada de música, cine y teatro.

No obstante, tengo que admitir que la música de Disney fue la primera que me motivó a dedicarme a la música; recuerdo que mi primera audiencia fue mi hermana pequeña, Carolina, a quien dormía cantando sus canciones favoritas de Disney, y desde entonces quedé enganchada con el canto.

Mi prueba de fuego fue cuando mi madre me llevó a las pruebas de aptitud para el piano clásico en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y en la Escuela Elemental de Música Manuel Saumell. Lo recuerdo bien, porque vi filas enormes de niños que, según escuché, eran hijos e hijas de grandes músicos cubanos. A pesar de tener solo 5 años, sentía la tensión en el ambiente. Al ser seleccionada en ambas escuelas de música, asistí a las dos durante unos meses, y luego decidí quedarme solo en la ENA.

¿Por qué decidiste dedicarte al canto lírico?

No recuerdo la primera vez que vi ópera en vivo, era muy pequeña. Sin embargo, sí tengo vívida la memoria de un concierto de la banda de metal Nightwish cuando tenía 14 años y vivía en Ecuador. Esta banda tiene un estilo hardcore metal, pero su vocalista es lírica, en este caso, una soprano.

Recuerdo haber escuchado el dúo del “Fantasma de la Ópera” en versión rock y pensar en todas las posibilidades de la voz lírica; ese día despertaron en mí las ganas de estudiar la técnica, y ese mismo año regresaría a Cuba, entre otras razones, a estudiar el Técnico Medio en el Palacio Lírico Nacional, donde varios de mis familiares trabajaban.

Camila Rivero Caso 2

Viniendo de una familia de artistas, el arte te viene en sangre… ¿Cómo fue crecer entre artistas, tanto por parte de madre como de padre?

Crecí rodeada de artistas y tuve el privilegio de disfrutar una gran variedad de formas artísticas: desde cine y teatro, hasta ópera, ballet, música clásica y contemporánea. Las artes plásticas y la literatura eran temas recurrentes en casa, lo que me brindó una perspectiva enfocada en el arte y sus múltiples matices.

De mi familia materna aprendí mucho sobre actuación, literatura y artes plásticas, mientras que por parte de mi padre aprendí todo sobre la música, tanto instrumental como vocal; la gran mayoría de ellos fueron y/o son músicos.

¿Algún recuerdo especial de ellos o de alguno en concreto durante tu infancia?

Tengo tantos recuerdos que podría llenar una trilogía. Especialmente, recuerdo las fiestas que mi madre organizaba en casa, donde viví momentos memorables como los trucos de magia de Max Alvarez (QEPD), los monólogos y poemas recitados por Dianelys Brito o Brocelianda Hernandez (QEPD), y las historias sobre el día de mi nacimiento, contadas con orgullo por María Isabel Díaz Lago cada vez que me veía más grande.

En especial, tengo presente haber participado, creo que tenía solo 3 años, en una obra de teatro infantil en el Teatro Guiñol con mi madre, quien interpretaba a una princesa. Ella siempre cuenta que nunca olvidará haber estado en una pata del escenario cuando a un personaje se le cae un objeto de una carretilla; fue entonces cuando, confiada, entré al escenario desde el lado opuesto para recogerlo, lo devolví a la carretilla, y regresé a esperar mi entrada, ya que mi personaje era una oruga del bosque.

¿Cómo fue tu formación musical?

Mi formación musical inició en Cuba, como mencioné, en la ENA, con el piano clásico como instrumento principal. Más tarde, estudié idiomas en un Colegio Trilingüe en Ecuador, lo cual me proporcionó buenas bases de inglés e italiano que me ayudaron al regresar para estudiar Ópera en el Palacio Lírico Nacional.

Allí pasé por la enseñanza de varios profesores y así adquirí las bases del canto lírico, lo que me abrió muchas puertas, terminando mi formación en la Escuela Moderna de Música, donde obtuve mi título como Licenciada en Artes Musicales. Gracias a una masterclass, conocí a mi profesora titular, Cristina Gallardo-Domas, quien consolidó mis conocimientos técnicos y me introdujo al mundo de la ópera en España.

Llevas mucho tiempo viviendo en España… ¿Consideras que es difícil para los cubanos realizarse profesionalmente aquí?

Realizarse en un país nuevo siempre es complicado, independientemente de la situación, y se requiere una gran dosis de paciencia y perseverancia. Por ejemplo, yo pasé un semestre cantando en la plaza Callao de Madrid, en la calle; eso requiere obtener un permiso gubernamental y cumplir con ciertas condiciones de horario, ubicaciones y niveles de decibelios. La exposición de cantar en la calle me llevó a colaborar con orquestas y otros músicos, permitiendo la creación de redes y relaciones laborales poco a poco.

Camila Rivero Caso cantante cubana

¿Cómo ha sido entonces para ti empezar en España?

Mi visión sobre este tema es algo sesgada, ya que me mudé a España en enero de 2020, justo unas semanas antes de que el mundo cerrara por la pandemia.

Los primeros años fueron difíciles para todos, y los músicos nos encontramos sin oportunidades para trabajar. Personalmente, logré avanzar gracias a las clases de canto en línea, lo que me permitió establecer mi propio negocio académico. Actualmente, tengo la dicha de trabajar para mí misma y contar con muchos alumnos.

Si tuvieras que elegir algún trabajo o papel que más te haya cautivado en tus años como soprano, ¿cuál sería?

Curiosamente, me vienen a la mente mis trabajos en Teatro Musical más que en ópera; disfruté enormemente al realizar “Jesucristo Superstar” en Cuba en 2008 y “Dancing Queen” (musical de “Mamma Mía”) en Chile en 2013. Sin embargo, si tuviera que elegir un personaje favorito, sería Violetta Valery de “La Traviata”, aunque aún no he tenido la oportunidad de interpretarla completamente.

¿En qué proyectos te encuentras trabajando en este momento?

Además de dedicarme intensamente a la docencia y colaborar con orquestas locales como la Orquesta Concertante de Madrid y la Orquesta Sinfónica Euroamericana, formo parte del elenco permanente de una obra original que fusiona cine con ópera y zarzuela en vivo. Es un proyecto muy innovador y prometedor, y las funciones se llevaron a cabo en agosto de este año en el Teatro Amaya, de Madrid.

A pesar de vivir fuera de Cuba desde hace muchos años, te mantienes muy conectada con la isla… ¿Cómo ves a Cuba en la actualidad?

La situación en Cuba me parece tan dolorosa como siempre, al igual que la crisis de los 90 que marcó mi infancia, tan desgarradora como el proceso de sentir que debes arrancarte tus propias raíces para poder volar; es similar al impacto del tornado, la pandemia, la explosión del Saratoga; en definitiva, duele, sin importar cuánto tiempo lleves lejos.

¿Crees que la comunidad artística fuera de Cuba puede contribuir a mejorar la situación del país?

Cuando reflexiono sobre lo que puede lograr la comunidad artística fuera de Cuba, me vienen a la mente las palabras del célebre autor teatral Jonathan Larson: “Lo opuesto a la guerra no es la paz, sino la creación”.

Me gusta esta frase porque resalta el poder de la actividad creativa, que es la especialidad de los artistas y del cubano en general: la creatividad y la invención. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad impulsarnos hacia adelante, creando e inventando, cada uno desde su espacio, pero con honestidad, valentía y vulnerabilidad.

Camila Rivero Caso cantante cubana

Eres una artista de la voz… ¿Cómo la definirías siendo tu medio de trabajo? ¿Qué poder tiene la voz?

El poder de la voz es a menudo subestimado. Me gusta definirme como una “manipuladora profesional”, un término que puede resultar incómodo para algunos, pero la manipulación, así como el dinero y el poder de influencia, por sí mismos no son negativos; su potencial puede usarse tanto para causar daño como para sanar, dependiendo de su aplicación.

Al subirme al escenario, el público que me escucha me paga para que los manipule emocionalmente durante el tiempo que están conmigo; buscan sentir tristeza, duelo, alegría a través de los personajes y la música. Este es un medio de comunicación humana muy hermoso, que no cambiaría por nada.

Si te digo Cuba… ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente?

Imágenes sueltas, el mural de la artista plástica Marta Arjona en la casa donde crecí en Miramar; las palmas y flores marpacífico por toda la ciudad; el aroma del café recién colado; el sonido de la percusión cubana; la playa; el sol que quema las piedras; el atardecer en el Malecón; el sonido de trompetas y trombones cerca del Prado, y una sensación generalizada de “magia” en el ambiente, justo como en el escenario: cualquier cosa puede suceder.

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