China interrumpe sus relaciones con Cuba al anular acuerdos comerciales.

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Foto: Cuba Minrex

Uno de los principales socios comerciales de Cuba ha decidido cerrar sus puertas al gobierno «hasta que no se realicen cambios significativos en la economía cubana, más orientados hacia el mercado». Esta decisión incluye la cancelación de un contrato para la compra de aproximadamente 400,000 toneladas anuales de azúcar, a pesar de que la demanda interna no está satisfecha.

De acuerdo con el Financial Times, un medio especializado en economía, «China ya no es el sugar daddy de Cuba», y esta afirmación tiene mucho sentido. Durante más de 15 años, China ha sido el segundo socio comercial de la isla, pero incluso ellos tienen sus límites.

Asimismo, a través de fuentes diplomáticas y comentarios de funcionarios y empresarios chinos, se indica que Cuba no ha cumplido con la implementación de los cambios prometidos en su economía que eran necesarios para mantener relaciones comerciales sólidas, basadas en garantías reales y no en promesas o deudas, que es lo habitual en sus acuerdos.

El país asiático, cansado de esperar, ha tomado medidas que incluyen una notable reducción en las exportaciones chinas hacia Cuba, que pasaron de aproximadamente 1,700 millones de dólares en 2017 a 1,100 millones en 2022, abarcando productos como níquel, mariscos, tabacos de lujo y cooperación en biotecnología, entre otros.

Fuentes anónimas han afirmado que «las importaciones chinas a Cuba han disminuido considerablemente en general. Los exportadores están alejándose de las líneas de crédito entre China y Cuba y están dirigiéndose hacia el sector privado».

Sin embargo, la disminución ha sido mutua. Por ejemplo, según datos de la Oficina de Aduanas de Pekín, las importaciones cubanas de productos chinos cayeron a 483 millones de dólares en 2020, en comparación con los 791 millones de dólares en 2019, cifra que continuó disminuyendo debido a la llegada de la pandemia y a la deteriorada economía cubana.

Entre 2016 y 2022, según datos de la ONEI, Cuba destinó 5,658 millones de dólares en la importación de alimentos y petróleo, siendo China responsable del 10.7% de dicho monto. Sin embargo, surge la pregunta: ¿se pagó realmente o se trató de transacciones hechas a través de créditos?

Las deudas con China datan de 2006, cuando se decidió impulsar una «revolución energética» que implicó reemplazar equipos de fabricación estadounidense de calidad con los célebres «lloviznados», que incluyen refrigeradores Haier y otros electrodomésticos.

Además, hay deudas millonarias con la empresa de transporte Yutong por los autobuses articulados y rígidos que comenzaron a operar en La Habana, así como con Ómnibus Nacionales para el transporte de pasajeros y con el grupo de telecomunicaciones Huawei.

El cierre de puertas de China hacia Cuba envía múltiples mensajes: el empresariado asiático busca asociarse con los privados cubanos, quienes no enfrentan limitaciones en sus operaciones financieras; no creen en cambios reales más allá de los proyectos «dinamizadores» y «correcciones» destinadas a impulsar la economía; consideran que la deuda con el país ha superado lo sostenible, y en términos económicos, ni ellos están dispuestos a seguir en el mismo camino.

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