Como el ave “Fénix”, Acosta Danza vuelve al escenario de La Habana.

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Fotos: Jorge Luis Borges

Texto: Jorge Suñol Robles

Tras varios meses de ausencia debido a la COVID-19, la compañía Acosta Danza, dirigida por el destacado bailarín Carlos Acosta, regresó ayer al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso con el espectáculo Fénix, en conmemoración del quinto aniversario del grupo.

“Tomaremos esta oportunidad de reunirnos al final del año como un nuevo comienzo. El 2020 será recordado como el año en que nos vimos obligados a detenernos. La vida nos ha hecho reconocer el verdadero valor de cada cosa y a valorar el tiempo. Ha sido un período extremadamente difícil, pero también educativo. Hemos desarrollado nuestras habilidades para sobrevivir; nos hemos vuelto más responsables y solidarios”, afirmó Acosta en su discurso inaugural de la temporada.

Durante las noches del 10, 11 y 12 de diciembre, se presentaron en la Sala “García Lorca” de este magnífico teatro tres obras que destacan las capacidades de sus bailarines, quienes son capaces de interpretar desde las técnicas más clásicas hasta las tendencias más modernas. El cruce sobre el Niágara, Soledad y Mundo Interpretado forman parte de Fénix, que, como su nombre indica, resalta la voluntad de renacer y avanzar a pesar de las dificultades.

“Es el símbolo ideal del nuevo comienzo, de la resiliencia, de la purificación y de la inmortalidad. Queremos inspirarnos en este mito para continuar trabajando y también rendir homenaje”, añade Carlos Acosta.

La compañía dedica estas funciones a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, quien cumpliría 100 años este diciembre y ha sido la mayor promotora del ballet cubano. Asimismo, desea rendir tributo y recordar a figuras que nos dejaron físicamente en 2020, incluyendo al historiador de La Habana, Eusebio Leal; la vedette Rosita Fornés y el realizador Juan Padrón, creador de Elpidio Valdés, el personaje más icónico de los dibujos animados cubanos.

Desde el inicio del año, Acosta Danza no había vuelto a presentarse en los escenarios debido a la situación sanitaria provocada por la pandemia; sin embargo, bailarines, coreógrafos y el equipo completo mantuvieron su espíritu creativo y transformador, buscando fórmulas innovadoras y arriesgadas que han otorgado al grupo un sello distintivo, destacándose la capacidad interpretativa de sus bailarines y su versatilidad, así como el cuidadoso repertorio en todas sus temporadas.

Lo que une a estas tres obras del programa, más allá de la sólida labor coreográfica de nombres como Marianela Boán, Rafael Bonachela y Juliano Nunes, es el lenguaje simbólico que refuerza conceptos como la libertad, la aventura, la soledad, la belleza en lo simple y, por supuesto, la cubanía, esta última presente de manera más evidente en Mundo Interpretado.

La premisa es clara: “Es hora de volver a vivir”, dice el catálogo de la temporada. Acosta Danza sabe tocar el corazón del público, entiende de finales precisos, de momentos de necesario silencio, de intensidad y fuerza. Por eso, Fénix merece ser vista y disfrutada, acompañada de aplausos dedicados a esos artistas y al personal de salud que enfrenta el nuevo coronavirus en Cuba.

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