Texto: Héctor García
Anunciado en numerosas ocasiones y demorándose por más de 10 años, Cuba se aproxima ahora a la transformación más significativa de las últimas décadas en su economía: la unificación de sus dos monedas en circulación, el CUP o peso cubano, y el CUC o peso convertible, que han coexistido desde 1994 en las calles de la Isla.
Desde 2019, ya se evidenciaban señales claras de que la transformación estaba en camino: el cambio en CUP, el aumento de los salarios para los trabajadores estatales y la aceptación de dólares y otras monedas por parte de los negocios privados eran manifestaciones de ello.
En las últimas semanas, los medios de comunicación oficiales, los reportajes en televisión, las explicaciones en el programa Mesa Redonda y las declaraciones de altos funcionarios del país sugieren que, aunque no hay una fecha publicada para que esto ocurra, el proceso es definitivo, y esta vez las medidas se llevarán a cabo.
¿Por qué existen dos monedas en Cuba? La dualidad cambiaria y monetaria actual es consecuencia de medidas tomadas para mitigar los efectos de la crisis de los años 90, cuando, según datos oficiales, la economía cubana se contrajo más de un tercio y el déficit fiscal alcanzaba casi un tercio del Producto Interno Bruto (PIB). Por eso se legalizó la circulación del dólar, se estableció un mercado interno en divisas y se promovió la apertura de servicios y la venta de bienes en dólares en el mercado formal, hasta que fue sustituido por completo en 2004 por el CUC.
Sin embargo, más de 30 años de dualidad monetaria han generado múltiples problemas en Cuba, incluyendo complicaciones y distorsiones económicas para medir resultados, estimular exportaciones y reducir importaciones; el debilitamiento del mercado interno y, lo más visible, las desigualdades en los ingresos.
A pesar de todo esto, los expertos están de acuerdo en que la unificación monetaria es esencial para reorganizar y actualizar la economía nacional, que ahora enfrenta una nueva presión: el impacto de la Covid-19. Sin embargo, dado que en ocasiones previas el proceso se ha detenido por su complejidad e imprevistos, surge la pregunta: ¿hasta qué punto se puede considerar una verdadera unificación monetaria?
Las ventas en USD comenzaron en 2019, en medio de rumores sobre la eliminación del CUC. Aunque al principio la lista de productos era bastante limitada, ahora han incluido artículos de ferretería, productos de higiene y alimentos que se pueden comprar a través de tarjetas de crédito o débito. Esta realidad apunta a una posible ampliación…
Los meses recientes de ofertas en dólares han sido suficientes para que esta moneda se convierta, de manera inesperada, en la protagonista en la Isla: Cuba se encuentra en medio de una dolarización parcial para obtener divisas y aliviar la cada vez más preocupante situación de desabastecimiento. Tanto el Estado como la población están migrando hacia el billete estadounidense, cuyo valor continúa aumentando en el mercado informal.
La razón por la que se buscan dólares es evidente: poseerlos permite realizar compras en tiendas que ofrecen productos no disponibles en las de moneda nacional, muchas de las cuales han cerrado como medida preventiva por la pandemia mencionada.
A pesar de que el dólar no se acepta en efectivo, seguirían coexistiendo dos monedas en el país, y, según las circunstancias, el dólar tendría mayor capacidad de compra. Entonces, ¿continuaríamos hablando de unificación monetaria o de una reforma o diversificación de la misma?
No se puede afirmar que el dólar se esté usando únicamente a través de tarjetas magnéticas, ya que la forma más común de adquirirlo actualmente es a través del mercado informal (mercado negro), donde ha llegado a costar 1.70 CUC, en un contexto en el que las casas de cambio (CADECA) ya no venden libremente monedas convertibles al público.
Los precios en el mercado informal han fluctuado, y las transacciones de propiedades, vehículos y otros bienes ahora se realizan en dólares, que también se comercializan a sobreprecio en comparación con los productos en tiendas USD. En este sentido, la circulación de miles de dólares en las calles será un fenómeno difícil de detener.
El mercado negro atraerá a quienes no reciben ayuda familiar del extranjero, lo que afectará a un amplio segmento de la población. Aquellos con mejores ingresos y acceso a divisas sufrirán menos o nada, mientras que las familias de bajos ingresos sin acceso a remesas u otras fuentes de recursos continuarán enfrentando dificultades.
Si la economía cubana experimenta una reactivación —lo que no será una consecuencia automática del llamado Día Cero de la reunificación— y las tiendas en CUP pueden satisfacer adecuadamente las necesidades de la población sin depender de revendedores de divisas, solo entonces la reforma económica cubana puede considerarse un éxito, abordando un problema que ha persistido durante años.
Lo cierto es que, aunque las autoridades cubanas insisten en que la inclusión del dólar es un asunto temporal, día a día se conoce de nuevas tiendas que, dejando de lado el CUC, comienzan a operar exclusivamente en dólares, e incluso ETECSA ha comenzado a vender en USD. No se trata solo de sectores estratégicos del país donde se inyecta la divisa, sino que abarca áreas sensibles para la ciudadanía como alimentos y productos de aseo, lo que deteriora la economía doméstica. Históricamente, en Cuba, se sabe que lo provisional tiende a convertirse en permanente.