Foto: RL Hevia
Los motivos principales detrás de la actual crisis energética en Cuba han sido expuestos por el gobierno cubano, que no ha abordado, evidentemente, su ineficiente gestión interna.
Largos cortes de luz y serias afectaciones al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) han caracterizado esta crisis, influenciada por factores estructurales y económicos que complican aún más la recuperación del sector energético.
La escasez de divisas se presenta como una de las causas primordiales, dificultando la compra de materiales y equipos esenciales tanto para la renovación como para el mantenimiento de la infraestructura energética.
En este contexto, se observan retrasos en los mantenimientos y la recapitalización tecnológica, lo que reduce significativamente la capacidad de generación eléctrica.
Asimismo, se ha notado una desaceleración en la actualización de la matriz energética, ya que la esperada transición hacia fuentes de energía más sostenibles no ha progresado según lo planeado.
Entre las razones más destacadas se encuentra la falta de combustible, que ha generado grandes obstáculos para asegurar un suministro adecuado y ha resultado en una caída en la producción energética.
En los últimos cinco años, de acuerdo con cifras oficiales, las termoeléctricas han registrado una disminución de aproximadamente 3,731 GWh. A esto se añade que la disponibilidad de motores de fuel y diésel ha disminuido al 39% y 37%, respectivamente, manteniendo una tendencia a la baja.
Este escenario ha conducido a múltiples desconexiones del SEN, provocando apagones en todo el territorio nacional y perjudicando a cientos de miles de cubanos.
Mientras tanto, el Gobierno sostiene que su plan para la recuperación del sector será capaz de satisfacer la demanda energética y garantizar la estabilidad del sistema eléctrico. Además, confían en que su enfoque interinstitucional, con énfasis en la soberanía energética y la transición hacia fuentes de energía más limpias y eficientes, será la solución a esta crisis.