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Con la Iglesia católica sin su líder espiritual, todas las miradas se enfocan en el interior de la Capilla Sixtina, donde el Colegio Cardenalicio se alista para llevar a cabo uno de los rituales más antiguos, reservados y significativos del catolicismo: el cónclave.
La muerte del papa Francisco a los 88 años no solo pone fin a un pontificado caracterizado por la cercanía, la reforma y gestos de humildad, sino que también activa un complejo engranaje eclesiástico que se remonta a siglos de historia. Según el protocolo del Vaticano, en este momento el camarlengo asume temporalmente las funciones administrativas mientras se convoca al Colegio Cardenalicio, que tendrá la tarea de elegir al sucesor. Así comienza el cónclave.
¿Qué es un cónclave?
El cónclave es, en esencia, una elección. Pero no es una elección cualquiera. Se trata de una de las ceremonias más reservadas y cargadas de simbolismo que perduran hasta hoy. La palabra proviene del latín cum clavis (“con llave”) y no es una metáfora: los cardenales electores están literalmente encerrados hasta que logran alcanzar un consenso.
Esta tradición formal se remonta a 1274, cuando el papa Gregorio X decidió institucionalizar el encierro para evitar presiones externas y acelerar el proceso de designación, después de que la Iglesia permaneciera más de dos años sin papa tras la muerte de Clemente IV.
Desde entonces, el aislamiento, el secreto y el voto individual han sido el núcleo del ritual. En palabras del canonista español Rafael Navarro-Valls: “El cónclave es una extraña combinación de sacralidad, soledad y política eclesial que se expresa en un teatro único: la Capilla Sixtina”.
The conclave to elect a new pope starts in the Sistine Chapel around 15-20 days after the pope’s death. Reuters’ Vatican correspondent Joshua McElwee explains the entire process, from the funeral to electing a new leader https://t.co/ge1TTsDjH8 pic.twitter.com/icXSfM36We
— Reuters Asia (@ReutersAsia) April 21, 2025
¿Quién elige al Papa?
El responsable de elegir al próximo papa es el Colegio Cardenalicio. Actualmente, está compuesto por 252 cardenales, aunque solo 138 tienen derecho a voto al ser menores de 80 años, de acuerdo con lo establecido por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis. Todos son hombres, todos han sido designados por papas anteriores y todos, en mayor o menor medida, representan alguna línea ideológica dentro de la Iglesia.
Técnicamente, cualquier hombre católico bautizado podría ser elegido papa, pero en la práctica, siempre ha sido uno de los cardenales. La elección requiere una mayoría de dos tercios. Si después de 33 votaciones no se llega a un consenso, solo se pueden considerar a los dos candidatos con más votos en la última ronda, y solo se necesita una mayoría absoluta.
Este filtro final —establecido desde los tiempos de Juan Pablo II— ha prevenido los largos y conflictivos cónclaves de la Edad Media, cuando la elección de un papa podía prolongarse durante meses e incluso surgir cismas y antipapas.
La votación: secreta y sagrada
Cada jornada de cónclave incluye hasta cuatro rondas de votación, dos por la mañana y dos por la tarde. Los cardenales reciben papeletas con la frase “Elijo como Sumo Pontífice a…”, escriben el nombre del candidato, doblan la hoja y la depositan en una urna frente al altar de la Capilla Sixtina.
Un grupo de nueve cardenales —seleccionados al azar— se distribuye las tareas: tres escrutadores recogen y cuentan los votos; tres infirmarii llevan la urna a los cardenales enfermos, y tres revisores supervisan todo el proceso para asegurar la transparencia interna. No hay cámaras, ni teléfonos móviles, ni contacto con el exterior. La votación es secreta y sagrada.
Los resultados de cada votación se comunican simbólicamente a través del humo que sale de la chimenea en el tejado de la Capilla Sixtina. El humo negro señala que no hay acuerdo. El blanco indica que ya hay un nuevo papa. La tradición de la fumata data del siglo XIX, y aunque hoy se utilizan productos químicos para asegurar los colores, el mundo entero sigue atento a esa pequeña señal de humo.
¿Qué ha pasado en los últimos cónclaves?
Desde el año 2000, la Iglesia ha atravesado tres cónclaves, cada uno con particularidades históricas. El primero, en 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, resultó en la elección del alemán Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Ocho años después, en 2013, Benedicto renunció —una decisión insólita que no se veía desde el siglo XV—, y fue sucedido por Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco.
El cónclave de 2025 se inserta en una línea de sucesión marcada por giros inesperados y cambios profundos. Francisco será recordado como el papa que renunció a la opulencia, reformó la Curia y abogó por una Iglesia más inclusiva. El desafío para el Colegio Cardenalicio es si seguir ese enfoque pastoral o regresar a un perfil más conservador ante las crecientes divisiones internas.
Las reglas del cónclave
El proceso está regido por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, emitida por Juan Pablo II en 1996 y modificada por sus sucesores. Este documento establece no solo el procedimiento, sino también las sanciones para quienes filtren información o intenten influir en la elección.
Está prohibido hacer campañas, negociar cargos a cambio de votos, o recurrir a presiones externas. Cualquier violación a estas normas puede conllevar la excomunión. El hermetismo no es un capricho, sino una forma de proteger la decisión del nuevo papa, que debe estar guiada por la oración y el discernimiento espiritual, y no por cálculos políticos o mediáticos.
Así funciona el cónclave del Vaticano para elegir un nuevo papa
El #PapaFrancisco falleció tras casi 12 años como líder de la Iglesia católica. Poco después de su funeral, cardenales de todo el mundo se reunirán en el #Vaticano para iniciar el proceso de elección de su sucesor.… pic.twitter.com/okz5RA9BkS
— DW Español (@dw_espanol) April 21, 2025
¿Qué viene después?
Una vez que el nuevo pontífice es elegido y acepta el cargo, se asoma al balcón central de la Basílica de San Pedro para ser presentado al mundo con el histórico anuncio: Habemus Papam. A partir de ese momento, comienza una nueva fase en la Iglesia. El nuevo papa deberá asumir el liderazgo espiritual de más de 1.300 millones de católicos, dirigir el Estado del Vaticano y enfrentar desafíos globales como el secularismo, los escándalos internos, las tensiones con otras religiones y la necesidad de reformas profundas.
¿Será el próximo papa un líder continuista? ¿Se consolidará la tendencia de apertura que inició Francisco o se retornará a un estilo más doctrinario? Son cuestiones que solo el cónclave podrá resolver. La normativa vigente, contenida en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, indica que este debe comenzar entre 15 y 20 días después de la muerte del pontífice.
Fuentes: Vatican News, National Geographic, BBC Mundo.