Cuba en un momento decisivo | Noticias de Cuba 360

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Foto: Jorge J. Pérez

Cuba atraviesa un momento de gran incertidumbre, una realidad que ya existía antes de la pandemia. La preocupación por el futuro se había instalado mucho antes de que comenzaran a contabilizarse los muertos y contagios. En realidad, la crisis se ha percibido como algo crónico. En resumen, la incertidumbre ha sido una constante en la vida cubana, pero la población ha buscado maneras de lidiar con las preguntas difíciles y ha intentado trazar su propio camino en medio del laberinto.

La economía de Cuba ha tocado fondo, la pandemia ha sobrepasado los límites tras un año que parecía controlado, y la supervivencia cotidiana se ha vuelto cada vez más complicada.

A pesar de estos obstáculos, los científicos han desarrollado tres vacunas que se espera demostrarán su eficacia en los próximos meses, generando esperanza en muchos para atisbar al menos una pequeña luz al final de un túnel que parece interminable.

Cuba es actualmente un país agobiado por la crisis económica, el embargo, las tensiones sociales y la pandemia. Muchos cubanos ya están reflexionando sobre su futuro tras la apertura de las fronteras, buscando alternativas para salvarse y apoyar a sus seres queridos. Para muchos, la única solución se presenta en forma de emigración, ya sea de manera definitiva, temporal o durante algunos años antes de perder la residencia.

Este escenario se discute con frecuencia en la calle, en las colas y en las conversaciones cotidianas. Se escucha que algunos ya tienen un plan concreto para alcanzar sus objetivos. Han puesto a la venta sus casas y coches, o han explorado la posibilidad de alquilarlos. Sus destinos preferidos incluyen Panamá, México, España, Estados Unidos… Nadie puede asegurar que cumplirán con los trámites de emigración, pero es evidente que la idea está en la mente de miles de cubanos.

Y parece no haber señales que sugieran una mejoría en la vida en Cuba una vez que la pandemia se atenué. Las tensiones con Estados Unidos y la Unión Europea han aumentado tras los eventos del 11 de julio; el país se encuentra más cerca de un colapso económico, y resultar casi imposible acceder a productos básicos de subsistencia si no hay acceso al euro o si no se cuenta con el apoyo de familiares o amigos que envían remesas para hacer frente al alto costo de vida.

El panorama actual es preocupante, no solo por la situación presente sino también por lo que se prevé. Existen preguntas que predominan en este contexto incierto y que amenazan el futuro de Cuba: ¿Qué sucederá con este país envejecido si los jóvenes siguen emigrando? ¿Hasta dónde llegará la sangría social provocada por la migración?

La respuesta, de alguna manera, todos la conocemos o la imaginamos. La emigración dejará un país más desprotegido de jóvenes cualificados y personas en plena capacidad laboral que ya no encuentran un sentido de pertenencia en Cuba.

La pandemia ha empeorado la situación, sumada a la inadecuada gestión del disenso por parte del gobierno cubano, que opta por imponer leyes y medidas interpretadas por muchos como una coacción a las libertades individuales, en lugar de dialogar con quienes tienen perspectivas diferentes. Sin embargo, también han comenzado a restablecer un diálogo incipiente con los barrios que jugaron un papel en el estallido social, un vínculo cuyo impacto será evidente en un futuro cercano.

Las motivaciones para emigrar son diversas y responden a múltiples factores, intrínsecamente ligadas a cuestiones económicas y políticas, que, aunque desde los canales oficiales se intenten separar, confluyen en un punto común.

Pocas personas se cuestionan en la “hora cero” las razones que las llevan a abandonar el país, porque las tienen claras desde mucho antes. En esencia, la necesidad de satisfacer sus necesidades y ayudar a sus familias en Cuba es apremiante, en medio de un llamado a la resistencia que pierde impulso entre muchos jóvenes y cubanos, que enfrentan un país que no parece vislumbrar mejoras en la crisis durante muchos años, quizás demasiados.

La emigración ha sido una constante en la historia cubana. Sin embargo, ahora todo indica que se incrementará a niveles posiblemente no vistos en las últimas décadas, lo que conlleva importantes implicaciones para la estructura social del país, como la fragmentación de familias, la pérdida de fuerza laboral y otros aspectos definitivos que, de no resolverse, seguirán amenazando la estabilidad económica, política y social de la isla.

Cuando llegue el momento, es indudable que miles intentarán emigrar, sumándose a un número ya considerable de cubanos en el exterior. Pero, ¿qué sucederá con aquellos que todavía depositan su esperanza en una vida mejor en el país que los vio nacer? ¿Cómo se puede garantizar a esos cubanos la posibilidad real de desarrollarse plenamente, con todas las garantías legales, políticas, sociales y económicas, para que no se vean atrapados en la desilusión como muchos otros?

Las conversaciones entre los cubanos que residen en el exterior y los que están dentro del país no cesan. Generalmente, las diferencias ideológicas quedan de lado porque para la mayoría de los cubanos, lo más importante son sus seres queridos. En esos diálogos recurrentes, hay una pregunta constante que resuena: ¿Qué pasará con Cuba en los próximos meses? ¿Qué sucederá si el número de cubanos que logra emigrar supera las expectativas?

Y, sobre todo, hay una pregunta que ha prevalecido en un debate cada vez más público: ¿Cómo seguirán viviendo los cubanos en la isla que han dedicado toda su vida a un país que atraviesa una de las peores encrucijadas de su historia?

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