Cuba enfrenta su crisis de vivienda más grave en décadas.

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Fotos: Cuba Noticias 360

Texto: Hugo León

En 2018, el entonces recién nombrado presidente Miguel Díaz-Canel presentó un Plan Nacional de Viviendas que, en un plazo de diez años, debería solucionar el grave problema habitacional en Cuba. Los aplausos en el Parlamento se mantuvieron durante más de un minuto. Sin embargo, tres años y algunos meses después, el país parece estar lejos de cumplir con la meta, enfrentando una situación aún más difícil.

Durante 2024, se estima que se construyeron menos de siete mil 500 viviendas en un país que requiere cerca de 929 mil nuevas para resolver el desafío que se prometió abordar.

La cantidad de viviendas finalizadas fue reportada directamente por Delilah Díaz Fernández, directora general de la Vivienda en la Isla, quien tuvo que rendir cuentas ante los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular sobre la gestión del plan que lidera.

No se dio lugar a los aplausos de 2018 entre los diputados, considerando que han transcurrido seis años y en ninguno de ellos se han alcanzado los objetivos de construcción de viviendas programados.

Aparte de las viviendas que debían edificarse en 2024, se aprobó la construcción de aproximadamente ocho mil 331 células básicas habitacionales; sin embargo, más de tres mil 400 aún no han iniciado. La funcionaria no especificó cuántas de las que ya comenzaron a construirse están terminadas.

Más casas dañadas que construidas

Mientras tanto, en la Mayor de las Antillas, las casas se derrumban o se dañan a una velocidad superior a la capacidad del Gobierno actual para erigir nuevas. Por ejemplo, debido a los huracanes que impactaron a Cuba este año, así como las fuertes lluvias y dos sismos en la región oriental, más de 12 mil viviendas han sufrido daños de diversos grados.

En este contexto, según Díaz Fernández, se prevé concluir 12 mil 138 viviendas por diferentes vías para 2025.

La funcionaria también afirma que el 65 por ciento de las viviendas en Cuba está en buen estado técnico, una mejora considerable en comparación con el 2020, cuando se estimó que cerca del 40 por ciento de las casas estaban en condiciones regulares o malas.

No obstante, una caminata por las calles de La Habana, Holguín o Santiago de Cuba, que albergan la mayor parte de la población y las viviendas de la isla, pone en duda esa estadística. Se pueden observar cientos de edificios y viviendas con signos de deterioro, y muchos otros han sido transformados en parques o zonas de estacionamiento, limitándose a solo esas tres provincias.

Durante una de las comisiones permanentes del Parlamento y ante los funcionarios del Ministerio de la Construcción, el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, viceprimer ministro de la República, expresó su descontento por las deficiencias que obstaculizan la ejecución del Plan de Vivienda.

Ramiro Valdés, con años de experiencia en el ámbito de la construcción en la isla, destacó que los principales problemas radican en la inadecuada distribución de recursos, las ilegalidades en las comunidades y la falta de atención desde los territorios al Plan.

También criticó el incumplimiento de las disposiciones aprobadas por la Política de Vivienda, los bajos niveles de producción de materiales y la lentitud en la realización de los proyectos. A pesar de las dificultades para construir suficientes viviendas para la población, la edificación de hoteles y la creación de habitaciones para el turismo no han cesado. En efecto, mientras los antiguos edificios republicanos en La Habana, que acogen a una parte significativa de la población, continúan deteriorándose, en 2024 se inauguró en la ciudad el emblemático Hotel Torre K, el más alto del Caribe insular, con un costo estimado superior a los 100 millones de dólares.

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