Cuba y Rusia: la renovada alianza y los recuerdos de viejas tensiones.

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Foto: CNN

Texto: Hugo León

Los más veteranos coinciden en que los matrimonios sólidos sobreviven a crisis y breves separaciones, aferrándose a las tiernas reconciliaciones. En el ámbito político y económico, pocos ejemplos son tan elocuentes como la relación entre La Habana y Moscú, amantes bajo el lema “proletarios del mundo, uníos”, que han estado separados por décadas debido a circunstancias adversas y ahora se encuentran en medio de un intenso coqueteo que no ha pasado desapercibido para nadie.

El coqueteo ruso-cubano del momento

El renovado abrazo del “oso” ruso a la isla caribeña se ha hecho evidente desde la visita del presidente Miguel Díaz-Canel a Rusia a finales del año pasado, donde se reunió con su homólogo Vladimir Putin y celebró conversaciones con otras altas autoridades políticas y económicas de la nación eslava.

Más recientemente, se realizó la visita a La Habana del Canciller ruso Sergey Lavrov y la del Secretario del Consejo de Seguridad de ese país. También se está llevando a cabo un encuentro entre delegaciones de ambos países en un Comité de Negocios, que ha acaparado titulares debido a los anuncios de beneficios que Cuba ofrece a su socio, así como el interés ruso en invertir en la Mayor de las Antillas.

Por ejemplo, La Habana ha ofrecido a las empresas rusas el derecho a utilizar terrenos cubanos por un período de 30 años, una facilidad inusual para empresas extranjeras; además, eximirá a las empresas rusas de los aranceles de importación de ciertas tecnologías desarrolladas en la isla y les permitirá repatriar sus ganancias.

Para aumentar la cooperación, se están explorando formas de acelerar los envíos, como un enlace portuario y marítimo directo, y tres bancos rusos han mostrado interés en abrir sucursales en la isla, siempre bajo solicitud al Banco Central de Cuba.

El jefe de la delegación rusa en el foro de negocios afirmó: “nos están dando un tratamiento especial” y “el camino es claro”.

De hecho, el camino es tan claro que la Mayor de las Antillas anunció recientemente su decisión de establecer un centro para preparar transformaciones económicas basadas en el desarrollo de la empresa privada, por supuesto, bajo la supervisión del Kremlin.

Segundas partes…

Rusia ya había sido el padrino económico de Cuba en el pasado, cuando aún existía la Unión Soviética. A inicios de este siglo, las relaciones se reactivaron, pero sin mucha fuerza, ya que la Revolución Bolivariana de Venezuela sostenía la economía cubana en gran medida.

Luego, a partir de 2014, se produjo un nuevo relanzamiento en las relaciones entre ambas naciones: el propio presidente Vladimir Putin visitó La Habana tras condonar el 90 por ciento de la deuda cubana con Moscú, que ascendía a unos 35 mil millones de dólares, la mayoría de originada en préstamos soviéticos. Los tres mil 500 millones restantes debían ser invertidos en proyectos conjuntos en la isla, según Moscú.

Putin comentó en una entrevista que esto era prueba de la naturaleza estratégica de la relación bilateral, cimentada en una “larga tradición de amistad sólida y una experiencia rica, en muchos casos única, de cooperación fructífera”.

Pocos lo recordarán, pero estas decisiones también llegaron como un mensaje político del Kremlin, que había anexado la península de Crimea y enfrentaba presión por parte de Estados Unidos y la Unión Europea.

¿Qué pasó con los tres mil 500 millones de dólares?

Entre 2017 y 2019, Cuba y Rusia anunciaron proyectos multimillonarios en sectores como la energía y el transporte ferroviario de la isla, así como numerosas inversiones de diferentes escalas que se presentaron con gran pompa durante sucesivas Ferias Internacionales de La Habana, el principal evento de negocios en el país caribeño.

Sin embargo, en 2020, Rusia canceló la reunión de negocios más importante con la isla y comenzó a dar de baja proyectos de cooperación debido a la inactividad de la parte cubana.

Para 2021, se estaban implementando apenas unos 10 de los 60 proyectos que se habían lanzado, según fuentes estatales rusas. Se comunicó que Cuba no estaba cumpliendo con sus compromisos de pago, y el oso, que puede ser generoso pero no ingenuo, decidió aplazar los pagos y dejar los proyectos en espera.

Lo que un día fue no será

La cooperación entre Moscú y La Habana no es un fenómeno nuevo y la bibliografía sobre el tema es extensa. Durante casi 30 años, la Unión Soviética fue el principal socio político y económico de Cuba; a través del conocido CAME, llegaron a la isla miles de automóviles, tractores, millones de toneladas de petróleo y alimentos, mientras la Mayor de las Antillas exportaba ciertos productos destacados.

De esos años solo quedan los Ladas y Moskvitch, el recuerdo de las latas de carne rusa y el apodo hacia los amigos euroasiáticos, a quienes se les llamaba “bolos” en la calle y “heroico pueblo soviético” en los discursos.

Nadie sabe realmente el origen del término “bolo”, y igualmente es incierto el futuro de este nuevo acercamiento, que se está desarrollando en condiciones muy distintas a las de las décadas de 1960 y 1970. El oso ruso no es el hermano socialista y se encuentra en conflicto con Occidente, mientras Cuba enfrenta una de las peores crisis de su historia reciente.

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