Foto Collage: RRSS
Texto: Fede Gayardo
La antigua Filial Pedagógica Camila Henríquez Ureña, situada en el municipio Caimito, Artemisa, se encuentra actualmente en un estado de total desuso y abandono.
Este recinto, que fue el alma mater de los primeros contingentes del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, evoca memorias alegres en aquellos que tuvieron la oportunidad de estudiar o laborar allí.
“¡Qué tristeza ver lo que fuiste! Aquellos que estudiaron aquí atesorarán gratos recuerdos de este lugar. Muchos profesionales realmente talentosos surgieron de esta escuela y de otras similares”, escribió Diosvani Orta en su perfil de Facebook, acompañando su mensaje con varias imágenes de la devastación que afecta al centro educativo cubano.
En su publicación, añadió: “Cuando cuente mi historia a mis hijos, tendré que recordar tantos momentos y amistades valiosas que se formaron en este lugar”.
El mensaje de Orta provocó una avalancha de comentarios entre exalumnos y antiguos empleados del centro, quienes expresaron su profunda tristeza por el deterioro. “Dios mío, cuántos recuerdos y una historia, todo está destruido”, comentó un usuario, mientras que otro añadió: “Es un desastre, así termina y seguirá terminando cada institución en este país”.
Inaugurada en 1975, esta escuela fue en su tiempo una de las principales sedes de formación docente en la nación y la cuna del Instituto Superior Pedagógico Rubén Martínez Villena.
Sin embargo, en la actualidad está rodeada de maleza, con ventanas vandalizadas y estructuras deterioradas, un reflejo de lo que muchos perciben como la decadencia del sistema educativo en Cuba.
Para muchos, este lugar no fue solo una institución educativa, sino un espacio que dejó una huella en sus vidas. “La vi desde sus primeros pasos en su construcción, en ella me gradué como Licenciada en la Educación Primaria, con excelentes profesores. Era el orgullo del territorio, se le tenía respeto y se cuidaba”, recordó con nostalgia una exprofesora.
Otros comentaron sobre el impacto cultural y social que la escuela tuvo en su época: “Era una joya, con hermosos jardines, yo la inauguré en 1975, tengo gratos recuerdos”, comentó un exprofesor, mientras que un vecino de La Habana lamentó: “Los que la vimos nacer, crecer y dar buenos frutos… resulta incómodo ver su estado actual de abandono”.
La tristeza y el enfado de quienes guardan buenos recuerdos de la institución se reflejan en cada testimonio. Una antigua subdirectora expresó: “Siento nostalgia, melancolía, pero también una ira que me invade. (…) ¡Cómo pueden permitir tanto destrozo! De verdad, así está mi corazón”.
Además de la pérdida emocional, algunos mencionaron los recursos malgastados en el lugar: “Lo que muchos no saben es la enorme cantidad de libros, cuadernos, etc., que se han perdido, o mejor dicho, se dejaron perder”.
Esta antigua escuela, que alguna vez fue un símbolo de orgullo y excelencia educativa, permanece hoy como un recordatorio de lo que fue y ya no es. Así lo expresó una exalumna: “Hoy me siento también como ella, mustia, destruida, como si algo dentro de mí hubiera muerto”.