Foto: RL Hevia
A medida que el mundo avanza hacia la expansión del 5G, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) sugiere a sus usuarios que retornen a la 2G, lo que equivale a recurrir a señales de humo, para realizar llamadas de emergencia o enviar SMS durante los prolongados y frecuentes apagones que, en gran parte de la isla, eliminan cualquier posibilidad de conexión.
La calidad del dispositivo poco importa, ya que casi nadie se escapa del “apagón telefónico”: cuando la electricidad se interrumpe, se convierte en un verdadero calvario enviar mensajes de voz, descargar imágenes, navegar por Internet, realizar videollamadas y, en el peor de los casos, hasta usar la telefonía fija.
Después de varios años de desgaste, la mayoría de los nodos de Etecsa —los cuales son fundamentales para la telefonía fija, el servicio Nauta Hogar y la conectividad empresarial— se encuentran con baterías inoperativas que, al perder la energía eléctrica, se apagan de inmediato, sumiendo a los clientes en una especie de zona de silencio.
Esta situación se repite de manera idéntica en la red celular, ya que, de acuerdo a lo declarado por expertos en medios provinciales y nacionales, la mayoría de las radiobases carece de un sistema de respaldo adecuado.
Etecsa ha explorado algunas alternativas para facilitar conexiones más ágiles, pero los altos niveles de congestión resultan en que las comunicaciones fallen o se vuelvan aún más lentas debido a la escasa o inexistente cobertura para llamadas de voz y a la “muerte neurológica” de la conexión de datos.
Los más afectados por esta crisis son los usuarios que residen en zonas periféricas o comunidades alejadas de las ciudades, que dependen exclusivamente de las señales de las radiobases, porque cuando estas se interrumpen, los celulares solo sirven para que los niños jueguen.
A pesar de haberse beneficiado durante décadas como el monopolio de las telecomunicaciones que realmente es, Etecsa afirma sentirse limitada para solucionar esta complicada situación, ya que no cuenta con financiamiento en moneda extranjera para adquirir baterías ni grupos electrógenos que puedan abastecer todas las centrales, gabinetes o las propias radiobases.
Pocos comprenden cómo esta empresa —que ofrece un servicio cuya calidad no logra asegurar— ya ha anunciado el cobro en dólares por determinados servicios, una decisión claramente impopular que, afortunadamente hasta ahora, se encuentra en espera.