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Esta mañana, se ha registrado un nuevo ataque a una obra de arte cuando dos activistas del grupo ecologista francés ‘Riposte alimentaire’ (en español, Respuesta Alimentaria) lanzaron sopa de tomate a la Mona Lisa en el museo del Louvre de París.
Las mujeres estaban protestando contra el “sistema agrícola enfermo”, y según informes de medios de comunicación internacionales, el icónico retrato de Leonardo da Vinci no sufrió daños, ya que está protegido por un robusto cristal.
La acción llevó a que el personal de seguridad del célebre museo parisino interviniera, evacuando el área y colocando biombos frente al cuadro para evitar que los visitantes tomaran fotografías de la obra afectada.
El colectivo ecologista expresó, según medios, su interrogante sobre “qué es más importante, el arte o el derecho a una alimentación sana y sostenible?”, y aseguró estar dispuestos a “continuar la lucha en defensa del campo francés”.
Mediante su cuenta en la red social X (anteriormente Twitter), Riposte alimentaire se atribuyó la acción e identificó a las responsables como dos mujeres de 24 y 63 años, quienes, a través de su “acción no violenta, exigen el establecimiento de una Seguridad Social Alimentaria Sostenible”.
Asimismo, los activistas denunciaron que en Francia “una de cada tres personas se salta las comidas por falta de recursos”, mientras que “el 20 por ciento de los alimentos producidos se desperdicia”.
Ampliaron diciendo que “el modelo estigmatiza a los más vulnerables y no respeta nuestro derecho fundamental a la alimentación”, en un esfuerzo por reivindicar “la prevención de hambrunas masivas que nos amenazan”.
Por último, hicieron un llamado por “la integración de los alimentos al sistema general de seguridad social”, con un reclamo que “permitiría a cada persona beneficiarse de una tarjeta alimentaria vital de 150 € al mes, para adquirir productos homologados y seleccionados democráticamente”.
Cabe recordar que en años recientes, varias organizaciones, principalmente ecologistas, han vulnerado la seguridad de los museos, lo que ha generado un intenso debate sobre la legitimidad de atacar obras de arte emblemáticas para llamar la atención sobre problemas urgentes que requieren solución, como el cambio climático o la guerra.
Algunas de las acciones más mediáticas de 2022 incluyeron un tartazo a la Mona Lisa en mayo. Luego, el 22 de julio, algunos ecologistas pegaron sus manos a La primavera de Sandro Botticelli en la Galería de los Uffizi de Florencia, Italia. El 14 de octubre, otros lanzaron sopa de tomate contra Los Girasoles de Vincent Van Gogh en la Galería Nacional de Londres. Pocos días antes, dos personas se adhirieron al cuadro de Pablo Picasso, Masacre en Corea, en Melbourne, Australia, y también fue vandalizada una obra de Claude Monet de la serie Almiares, en Berlín.