Texto: Darcy Borrero
Este miércoles 28 de julio, el mundo lamentaba la pérdida física de la poeta argentina Tamara Kamenszain, y hoy, jueves 29, la literatura sufre nuevamente una notable baja: Roberto Calasso, escritor y director de la editorial Adelphi, falleció en Milán a los 80 años. Según informaron los medios italianos, había estado enfermo por algún tiempo.
“Hoy, precisamente, han llegado a las librerías de Italia sus dos últimos títulos: Memè Scianca, en el que evoca su infancia en Florencia —donde nació en 1941—, y Bobi, en el que recuerda sus años en Roma y su relación con Roberto Bazlen, cofundador de Adelphi”, se lee en la reconocida revista literaria El Cultural, que destaca que bajo el liderazgo de Calasso, Adelphi se ha consolidado como una de las editoriales más prestigiosas a nivel internacional.
“La creación de la editorial se remonta a 1962, fundándose por Bazlen y Calasso, junto a Luciano Foà. Calasso ocupó el cargo de director editorial desde 1971, ascendiendo a director general en 1990 y a presidente en 1999”, añade la revista.
Respecto a la obra literaria de este influyente autor italiano, El Cultural menciona que su vasta erudición se reflejó en su trabajo, formada desde la infancia en un entorno familiar de intelectuales. “Su abuelo materno, Ernesto Codignola, fue profesor de filosofía y fundó una editorial llamada La Nuova Italia. Su madre era especialista en literatura alemana, su padre enseñaba derecho en las universidades de Florencia y Roma, y su tío, que fue miembro de la resistencia italiana durante la Segunda Guerra Mundial, llegó a ser ministro de educación”, precisa el artículo.
Una de sus obras más destacadas, El rosa Tiepolo, es descrita como “una novela que insinúa ligereza y felicidad, placer sensual y fantasía”, en la que “debajo de esa belleza —despreciada por su afectación y aparente academicismo—, Roberto Calasso ha percibido el latido de la Muerte”.
Los críticos señalan que no se trata de una Muerte que promete la resurrección de la vida, como el célebre segador de Van Gogh, sino una Muerte “que pasa desapercibida”. Ignora la herencia cristiana, comenta el escritor Rafael Narbona, “pese a sus ángeles y escenas bíblicas”, y “recupera el espíritu de la Grecia clásica, que nunca disimuló su escepticismo hacia la inmortalidad del alma promovida por Sócrates y Platón”.
En relación a la argentina Tamara Kamenszain, el periódico digital El Diario.Ar publicó una serie de mensajes que circularon en redes sociales tras su fallecimiento. Los tuits destacaron su reconocimiento como una de las poetas más significativas de Argentina, describiéndola como “escritora lúcida”, creadora de “una obra excelsa” y “excelente persona”.
“Con inmenso dolor nos despedimos de nuestra querida Tamara Kamenszain”, tuiteó la cuenta Eterna Cadencia, especializada en literatura y con miles de seguidores. En su mensaje, recordaron estos versos: “Por eso la poetisa que todas llevamos adentro/ busca salir del clóset ahora mismo/ hacia un destino nuevo que ya estaba escrito/ y que al borde de su propia historia revisitada/ nunca se cansó de esperarnos.”
El propio sello, encargado de publicar Chicas en tiempos suspendidos, también dejó otro mensaje en Twitter: «No puede ser. No puede ser. Qué tristeza». Y citó fragmentos de «Hierba», un poema del último libro de Tamara: “Lo real es un virus/ al que ninguna metáfora disuelve/ y debe ser por eso/ que lo que nace como poesía/ no puede nunca/ terminar como poesía.”