El boniato en Cuba: de alimento humilde a un manjar exclusivo

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Foto: Archivo | CN360

Acostumbrados a que la malanga sea la vianda más costosa en los mercados de la isla, no son pocos los cubanos que han levantado la voz ante los nuevos precios del boniato, un alimento que tradicionalmente se ha considerado comida para personas con menos recursos.

Este tubérculo también se ha visto arrastrado por la espiral inflacionaria que asfixia a Cuba, ya que en este momento, los vendedores están pidiendo entre 60 y 80 pesos por cada libra, según investigaciones realizadas por Cuba Noticias 360 en La Habana y diversas provincias del interior del país.

De hecho, es notable que en regiones como Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, que tienen una fuerte tradición agrícola y han sido históricamente abastecedoras de los mercados de la capital, el precio del boniato es incluso más alto que en La Habana.

“Lo peor no es el precio —advierte Cándida López, una espirituana que hace magia en la cocina—, lo peor es que no lo encuentras”.

Según la opinión de algunos campesinos dedicados a cultivos diversos, la “desaparición” del boniato y su posterior aumento de precio se atribuyen a varios factores: que este producto aún no está en su momento óptimo de cosecha, que por el incremento en el precio de otras viandas, el boniato ha sido el más competitivo durante demasiado tiempo, y, sobre todo, que ante la falta de harina de trigo, se utiliza la harina de boniato como sustituto en productos de repostería y en diversas preparaciones, tanto en el sector privado como en el estatal.

El boniato es un cultivo noble, que no requiere grandes inversiones; sin embargo, según han señalado los guajiros en reuniones y encuentros constantes con las bases productivas que las autoridades gubernamentales cubanas han realizado últimamente, estos “contactos con la base” no han logrado incrementar la producción de manera significativa.

En la lista de problemas que afectan la agricultura se encuentra Acopio, que debe encargarse de recolectar las cosechas comprometidas pero que frecuentemente incumple, haciendo que los productores terminen vendiendo a intermediarios mucho más de lo que habían planeado.

Otra variable que juega en contra es el famoso programa de sustitución de importaciones, puesto que al disminuir drásticamente la entrada de piensos para la alimentación animal desde el exterior, las alternativas para alimentar cerdos, por ejemplo, compiten con las producciones destinadas a la población. En otras palabras, hay un riesgo de que los animales “roben” los boniatos del pueblo. En las oficinas de Agricultura dicen que eso no debería suceder, pero, ¿quién puede asegurar que en el campo no ocurrirá?

Por lo pronto, las opciones son limitadas: pagar el precio que impongan los revendedores y carretilleros; que un familiar en el extranjero lo compre y lo envíe a través de tiendas online como La Jabalina, donde actualmente se cotiza a 2.50 USD la libra, o resignarse a prescindir también del boniato, que de ser considerado comida de pobres en Cuba ha pasado a ser un lujo para «millonarios».

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