El caso de Lázaro y Yarelis: un enfoque a través de la comunicación.

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Foto: Captura de Instagram

La historia de Lázaro y Yarelis resultaría prácticamente cómica si no fuera tan trágica. Trágica no por la muerte de alguien, sino porque ilustra, mejor que cualquier estudio antropológico, hasta qué grado el ser humano puede trivializar los problemas más serios: la violencia de género, la violación de la privacidad, el acoso, entre otros.

El drama comenzó cuando Lázaro compartió un peculiar video en sus redes sociales, instando a Yarelis a volver y perdonarlo. En cuestión de horas, su súplica se volvió viral, quizás debido a la sinceridad que parecía tener ese desinhibido ruego. A partir de ahí, se revelaron los antecedentes: Yarelis había tenido una relación de 12 años con Raciel González, de quien supuestamente se separó para involucrarse con Lázaro, el bicitaxero. Sin embargo, tras unas pocas semanas, decidió dejar a Lázaro y regresar con Raciel. Situaciones que ocurren a diario en la vida real, pero que, cuando se exponen en plataformas digitales, adquieren la esencia de una telenovela completamente verídica.

Lo extraordinario de este caso fue la enorme repercusión que tuvo este drama amoroso en las redes sociales, al punto de que casi todos los cubanos, tanto dentro como fuera de la isla, conocían a Lázaro y Yarelis. Se compusieron reguetonas, se generaron memes y, quizás lo más preocupante, se minimizó la denuncia de la joven sobre la agresividad de Lázaro hacia ella, que supuestamente llevó a la ruptura.

En un contexto donde la violencia de género está en aumento, resulta al menos contradictorio que aparezca una acusación como esta en redes sociales y que la opinión pública le restara importancia. Las plataformas feministas advirtieron sobre el peligro de fomentar comportamientos tóxicos como el de Lázaro y Yarelis.

La historia salió a la luz casi al final de un año en el que medios independientes como Yo Sí Te Creo y Alas Tensas confirmaron 88 feminicidios en Cuba, más del doble de los registrados en 2022. Un fenómeno que el gobierno y el presidente Miguel Díaz-Canel han denominado “asesinato de mujeres”. Independientemente de cómo se le llame, la cantidad de feminicidios ha seguido en aumento este 2024.

Los elementos que suelen caracterizar estas tragedias familiares son relaciones rotas, mujeres que buscan nuevas parejas y exmaridos celosos… ¿Suena familiar, verdad? Son precisamente los mismos ingredientes que dieron origen a la historia de Lázaro y Yarelis.

A pesar de que algunos tomaron el asunto a risa, no faltaron las voces que alertaron sobre el riesgo de jugar con fuego, incluidas periodistas, comunicadores y activistas que se negaron a contribuir a una polémica morbosa.

“Perdón, pero el tema de Lázaro y Yarelis y Raciel me provoca más tristeza que risa, y mucha preocupación. Las redes sociales construyen o destruyen, y a este trío les están arruinando la vida. Me preocupa, porque lamentablemente, cuando alguien llega a un alto nivel de complejos debido al bullying, puede hacer cosas que todos sabemos y que no voy a mencionar aquí,” expresó Mariela Feal, periodista cubana radicada en Estados Unidos y dueña de una agencia de seguros.

Es importante señalar que algunos medios independientes, buscando una estrategia clásica de “clickbait” para generar visualizaciones, han olvidado el rol social del periodismo y han presentado el caso de Lázaro y Yarelis de manera plana e incluso errónea. Este rol del periodismo, aunque difícil en contextos como el cubano, no debe ser ignorado cuando la seguridad e integridad humanas están en juego.

Al fantasma del feminicidio se añaden el acoso y la violación de la privacidad. El maltrato de Lázaro no fue solo físico; también continuó en el ciberespacio con la persecución y deslegitimación de Yarelis, revelando intimidades de ella y su familia durante sus múltiples “declaraciones de amor” en Facebook.

Al llegar a este punto, Yarelis parece ser la víctima en esta crónica de una muerte anunciada. Sin embargo, a diferencia de lo que se podría esperar, ha decidido aprovechar su momento de viralidad en las redes, presentándose como “Yarelis la tóxica”. Ha comenzado a explotar cada faceta de la historia e incluso ha ido más allá…

Con más de 47,000 seguidores en Instagram y una activa presencia en Facebook, Yarelis Lugo publica constantemente historias, reels y transmisiones en las que ofrece datos contradictorios: dice tener la clave para «enganchar» a los hombres; que dejó nuevamente a Raciel y regresó con Lázaro, el bicitaxero que la maltrataba; y que ahora tanto Lázaro como Raciel han aceptado entrar en una relación a tres… giros que hacen dudar sobre la autenticidad de la historia original.

¿Es posible que el hombre que la cela y la expone en redes acepte una relación abierta? ¿Qué tipo de relación legítima, basada en el respeto, permite semejantes grados de exposición mediática? ¿Se ha convertido Yarelis en influencer al grado de pedir a sus seguidores que contacten a su publicista? ¿Qué clase de influencia busca ejercer esta cubana que una vez soñó con ser educadora y llegó a iniciar estudios de pedagogía?

Sea como sea, este caso plantea serias interrogantes sobre cómo se mide el éxito en redes sociales; hasta qué punto lo banal, lo marginal, lo chabacano e incluso lo peligroso para sus protagonistas puede crear influencers prácticamente de la nada.

Lo que queda por ver en esta historia de autenticidad dudosa y celos mal manejados es hasta dónde llegarán sus protagonistas, quienes se han aventurado en una jungla para la cual, evidentemente, no poseen las competencias necesarias.

Yarelis misma ha compartido cómo lee las métricas de sus redes: cuentas alcanzadas e interacciones, aunque muchas de estas sean mensajes de odio y acoso… puro hate en redes. Al parecer, sigue la premisa de que “no hay publicidad mala”, y eso es hasta donde llega.

“¿Y el cerebro o la consulta con el psiquiatra para cuándo?”, “Ninguno de los tres vale un peso”, “Que falta de amor propio hay en estos personajes…” son solo algunas de los incontables comentarios que se pueden encontrar en las publicaciones de la autodenominada “Tóxica”.

Parece que tampoco ha oído hablar sobre la creación de comunidades sólidas, la conciencia de marca y otros indicadores fundamentales en el camino de un creador de contenido.

Algo nos indica que la novela de Yarelis, Lázaro y Raciel, como suelen decir los narradores deportivos, no termina hasta que se acaba.

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