El kitsch se apodera del casco antiguo de Camagüey.

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El centro histórico de la ciudad de Camagüey, designado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2008, ha enfrentado en los últimos años un proceso especialmente dañino para los conjuntos urbanos de valor patrimonial: las alteraciones en las fachadas de las edificaciones que los propietarios realizan sin considerar las regulaciones urbanas pertinentes.

Este fenómeno, que se observa en mayor o menor grado en las ciudades más tradicionales de Cuba, ha crecido en la última década debido a la flexibilización de los procedimientos para la reparación de viviendas, así como a la auto-reconstrucción de inmuebles y la mejora del nivel de vida de las familias dedicadas al arrendamiento de espacios orientados al turismo.

Particularmente en Camagüey, las repetidas modificaciones en las fachadas han puesto en peligro la imagen de una ciudad que fue incluida en la lista del Patrimonio Mundial precisamente por la integridad de su conjunto urbano, donde armonizan tanto la arquitectura monumental como la doméstica, según lo indicado en el acta de declaración de la Unesco.

La Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey señala que las transformaciones inapropiadas más comunes incluyen ampliaciones y divisiones que, a su vez, generan aumentos en la altura de los edificios sin considerar el estilo original de las viviendas. Esta situación es alarmante, ya que está alterando el perfil tan característico del centro histórico camagüeyano.

Expertos han identificado también otras problemáticas que afectan la estética del entorno urbano, tales como las subdivisiones de unidades edificatorias, errores en la alineación de las fachadas y la sustitución de carpinterías y herrerías sin respeto por las proporciones adecuadas.

No obstante, lo más evidente es la inserción de elementos de mal gusto que imitan otros estilos: balaustres, cariátides, columnas y capiteles, los cuales no guardan relación con la ciudad y ponen en riesgo que la cultura del kitsch se establezca en Camagüey.

Los efectos discordantes, extraños y, en ocasiones, ridículos que generan estos elementos han, incluso, transformado valiosos inmuebles en desafortunados ejemplos de viviendas inarmónicas.

Este fenómeno, que representa un verdadero quebradero de cabeza para las ciudades patrimoniales, se presenta en dos frentes: por un lado, los propietarios de los inmuebles no siempre disponen de los recursos necesarios para rehabilitar este tipo de viviendas; por otro, la asesoría y el apoyo por parte de las instituciones a menudo brillan por su ausencia.

Según la Oficina del Historiador, el protocolo es claro: ante la necesidad de realizar cualquier acción constructiva, el interesado debe dirigirse a la Oficina de Orientación y Consulta a la Población del centro histórico, cuyo objetivo es orientar, sensibilizar y capacitar. Además, antes de proceder con cualquier ejecución, es necesario solicitar las Regulaciones Urbanísticas a la Dirección Municipal de Arquitectura y Urbanismo.

El procedimiento está establecido, pero no siempre se respeta, y las disposiciones no suelen cumplirse al pie de la letra, lo que genera otra debilidad: la ineficacia del sistema de inspectores, que en numerosas ocasiones solo detectan el daño una vez que este ya se ha materializado, haciéndose imposible revertirlo.

En tiempos donde las carencias materiales también ponen en peligro la integridad de los conjuntos urbanos de Cuba, la ciudad de Camagüey enfrenta el desafío de preservar su patrimonio construido y evitar que el cáncer del kitsch se expanda en un tejido urbano que ha sido reconocido como único en toda América Latina.

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