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Considerado en su época como el programa humorístico más atrevido y crítico de la televisión cubana, ¿Jura decir la verdad? estableció un antes y un después en la historia de la pantalla chica, logrando mantener una audiencia extraordinaria a lo largo de las 11 temporadas de este singular proyecto.
Se ideó, creó y dirigió por el talentoso Ulises Toirac, quien se propuso rendir homenaje y reinterpretar un clásico de la Cuba republicana: el programa radial La tremenda corte, un gran éxito que, sin embargo, fue silenciado tras el triunfo de la Revolución debido a las políticas de marginación impuestas a los artistas que abandonaron la isla, entre ellos, Leopoldo Fernández, conocido como Trespatines, cuya figura inspiró el también icónico Chivichana de Toirac.
Si bien Chivichana mantuvo la esencia del Trespatines original —incluyendo sus características físicas y enredos discursivos— su nombre fue cambiado, ya que en Cuba se conoce así a la patineta rústica que, en su forma más básica, utiliza, precisamente, tres patines.
Del legado de La tremenda corte, el nuevo proyecto no solo heredó al personaje principal, recurrentemente enjuiciado por sus travesuras, sino también los papeles del Señor Juez y del Secretario, interpretados por Hilario Peña y Geonel Martín, respectivamente, así como los famosos demandantes, a quienes se les otorgaron características y circunstancias distintas a las del espacio radial.
El nuevo programa tomó prestados elementos del formato de La tremenda corte, como la utilización recurrente de Mamita, la madre de Chivichana que nunca aparecía en pantalla; la seguidilla, ese recurso mediante el cual Trespatines encadenaba una serie de palabras confusas, una tras otra; y la sentencia leída por el Señor Juez al finalizar cada caso, presentada en forma de décima. Todos estos elementos fueron adaptados de manera inteligente a la contemporaneidad, y enriquecidos con otros recursos, como la cuarteta del Cabo Pantera, quien al presentarse recitaba unos versos con un simpático “no sabe lo que es la vida” al final.
Aunque ambientado en la etapa republicana, los temas que abordaba eran de la más inmediata actualidad, lo que lo convirtió en una plataforma para la crítica social, logrando un notable éxito entre el público que, ansioso, se sentaba frente al televisor cada jueves a las 8:30 de la noche.
Varias veces elegido como el espacio más popular de la televisión, y con un impresionante palmarés de premios, ¿Jura decir la verdad? se convirtió en un importante escenario de confrontación entre la gente y la realidad de la primera década de los años 2000, utilizando el humor y la sátira, un fenómeno que el intelectual cubano Jorge Mañach describió como el choteo cubano.
Ulises Toirac atribuyó el éxito del programa a la participación activa de todos en el proyecto, pues en una entrevista concedida a la prensa durante el auge de ¿Jura…? afirmó que como director, valoraba mucho la opinión de cada miembro del equipo. “Lo único que hago es decidir qué se hace al final, después de muchas discusiones en las que cada integrante aporta sus ideas —expresó—. No importa la experiencia en humor, sino los puntos de vista que cada quien quiere manifestar”.
Y parece que esta fórmula le dio buenos resultados, ya que ¿Jura decir la verdad? es recordado por los cubanos como un querido programa que ha pasado a formar parte del alma de la nación.