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El Templete es un espacio que atesora una de las memorias más antiguas de La Habana, ya que en este lugar se celebró la primera misa y el primer cabildo de la villa, un 16 de noviembre de 1519.
Este acontecimiento tuvo lugar bajo la sombra de una ceiba, un árbol sagrado en la religión afrocubana, marcando el inicio de lo que fue la Villa de San Cristóbal de La Habana hasta que, años más tarde, se decidió edificar una columna y, posteriormente, el pequeño pero majestuoso templo.
La construcción del Templete dio inicio en 1827, impulsada por el entonces capitán general de la metrópoli, Francisco Dionisio Vives y Planes, Conde de Cuba. Casi un siglo antes, en 1754, el gobernador Francisco Cagigal de la Vega había ordenado erigir una columna de tres caras en conmemoración de aquella primera misa, la cual estaba coronada por una imagen de la Virgen del Pilar.
Los tres lados de la columna simbolizan la división del territorio en tres provincias de la colonia, y en ella estaban grabados dos textos: uno en latín y otro en castellano antiguo. Durante la restauración de la columna en 1903, la inscripción latina fue reemplazada por una nueva, elaborada por el doctor Juan M. Dihigo, profesor de latín en la Universidad de La Habana.
El evocador texto dice: “Detén el paso, caminante; adorna este sitio un árbol, una ceiba frondosa, más bien diré signo memorable de la prudencia y antigua religión de la joven ciudad (…). Fue tenida por primera vez la reunión de los prudentes concejales hace ya más de dos siglos: era conservado por una tradición perpetua; sin embargo cedió al tiempo. Mira, pues, y no perezca en lo porvenir la fe habanera. Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir, el último de noviembre de 1754”.
El pequeño templo de estilo grecorromano, situado en la calle Baratillo entre O’Reilly y Enna, en la Plaza de Armas, fue solemne inaugurado el 19 de marzo de 1828. En su interior alberga tres lienzos del pintor francés Juan Bautista Vermay, quien fue director de la Academia de San Alejandro.
Las pinturas representan la primera misa y el primer cabildo de la Villa de San Cristóbal de La Habana, a las que se añadió una tercera obra de Vermay que ofrece una vista panorámica de la inauguración del evento.
La imagen presenta una representación del acto de bendición del lugar y la misa officiada por el obispo de Espada, en presencia del Capitán General, la aristocracia y altos funcionarios del gobierno colonial. El propio obispo, además, cubrió los costos para el Templete de un busto en mármol de Cristóbal Colón, de autor desconocido, junto con su pedestal.
La ceiba se ha consolidado como el elemento más emblemático de El Templete para los cubanos. Aparte de su relevancia histórica, este árbol tiene un misticismo que muchos evocan cada 15 de noviembre.
En la noche de esa fecha, víspera del aniversario de la fundación de La Habana, es tradición rodear la ceiba tres veces en sentido contrario a las manecillas del reloj. Cada persona aprovecha esta ocasión para pedir un deseo, dejando a veces monedas u otros objetos de carácter religioso.
La leyenda dice que girar en torno al árbol sagrado, tocarlo, abrazarlo e incluso besarlo atrae prosperidad. Este ritual sigue siendo una de las tradiciones habaneras más arraigadas. Diversos estudios han señalado que esto se debe al “marcado sincretismo que surgió tras el encuentro entre las culturas española y africana”.
Aunque esta ceiba no es la que ha presenciado los eventos del siglo XVI, ya que ha sido reemplazada en varias ocasiones, los cubanos mantienen este ritual cada año como uno de los principales homenajes a su capital.
En 2023, el acto se pospuso para la noche del 16 de noviembre a causa de las intensas lluvias que provocaron severas inundaciones en diversas partes de La Habana.
Las palabras del eterno Historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, cobran una vigencia renovada cuando, en uno de los homenajes a la ciudad, afirmó: “La Habana es ahora y será, sin lugar a dudas, más bella. Vengan ciclones, vientos, proscripciones y encierros, siempre seremos capaces de salir, romper el muro y salir adelante. Esa es la historia del árbol y es la historia de nosotros. Es como el árbol de la vida, a su sombra nos refugiamos”.