Foto: Roy Leyra | CN360
En zonas apartadas y sin acceso al Sistema Electroenergético Nacional, 21 comunidades cubanas de siete provincias vislumbran, en estos días, una luz al final del túnel gracias al proyecto Fuentes Renovables de Energía, el cual apoya el desarrollo local y busca mejorar el ineficiente suministro eléctrico de estos lugares, que actualmente dependen de grupos electrógenos y combustible diésel, y solo cuentan con unas pocas horas de luz diaria.
La iniciativa se originó en 2019 como parte de un programa de la Unión Europea que respalda la política energética en Cuba. En este contexto, el Ministerio de Energía y Minas asignó un financiamiento de aproximadamente 8 millones de euros al Centro de Estudios de Energía y Procesos Industriales (CEEPI) de la Universidad de Sancti Spíritus y a la Unión Eléctrica Nacional.
El proyecto tiene la posibilidad de extenderse hasta 2025, con el objetivo de impulsar el desarrollo en estas remotas áreas mediante un mejor acceso a fuentes de energía limpias, según las capacidades productivas locales, tal como expresó la Doctora en Ciencias María del Carmen Echevarría, una de las líderes del proyecto.
El primer paso consistió en recorrer gran parte de la isla, ya que las comunidades están esparcidas a lo largo del territorio nacional, desde Matanzas hasta Guantánamo. Se elaboró un instrumento científico para evaluar el trabajo en el terreno, destacando la creación de equipos de especialistas en cada provincia, compuestos por representantes de universidades, gobiernos locales, empresas eléctricas, la Oficina Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía y el Citma, entre otras entidades.
De acuerdo con los representantes del proyecto, lo más relevante de esta intervención no radica solo en el análisis de las posibles matrices de abastecimiento energético, sino también en la evaluación integral de cada comunidad: se midieron terrenos, se revisó la condición de las conexiones actuales, se estimó el consumo de cada hogar y se diseñaron ideas conceptuales para determinar la mejor solución en términos de generación eléctrica.
De este estudio sociodemográfico surgieron dificultades que no estaban directamente relacionadas con la electricidad: algunas localidades carecen de escuelas, otras han perdido consultorios médicos o bodegas, muchas enfrentan caminos en pésimo estado, condiciones insalubres, problemas medioambientales vinculados a la gestión de residuos, una población envejecida con enfermedades asociadas a las severas condiciones de vida, bajo nivel educativo, escasa natalidad, desigualdad en el acceso al empleo, falta crónica de servicios y un largo etcétera.
“Todo esto lo hemos planteado al Gobierno porque, si queremos fomentar el desarrollo allí a partir de otorgarles mayor acceso a la energía, debemos abordar estos problemas”, confió la doctora Echevarría a medios estatales.
Para transformar la matriz energética en estas áreas, se presentaron diversas propuestas para cada comunidad, culminando en el diseño de 20 soluciones energéticas con tres prototipos: microrredes híbridas, sistemas fotovoltaicos autónomos y parques solares sincronizados a la red.
Gracias al estudio realizado, se pudo adquirir el equipamiento específico necesario para cada comunidad, y, a pesar de las demoras en los procesos de contratación e importación, la tecnología para cinco de estos aislados lugares ya se encuentra en Cuba: San Narciso, en Cienfuegos; Alazanes y Yaguá, en Sancti Spíritus; la comunidad Uno de Santa Rosa, en Granma, y El Palenque, en Guantánamo.
Entre los beneficios concretos del proyecto se destacan el crecimiento económico en las comunidades, estimado en al menos 7.3 millones de pesos; el ahorro de más de 80 toneladas anuales de diésel que utilizan los grupos electrógenos actualmente y la reducción de 170 toneladas de emisiones de dióxido de carbono.
Más allá del impacto directo en la calidad de vida de estos lugares remotos, la capacidad de abastecer a 21 comunidades cubanas con la energía que ellas mismas generen abre una nueva perspectiva para alcanzar el tan deseado desarrollo local. Esto también fomenta, por ejemplo, la creatividad de pescadores que sueñan con tener un faro, de campesinas que planean abrir peluquerías y de ganaderos que están a punto de instalar termos solares para la leche.