Foto: Irene Pérez
Desde que la noche del pasado viernes se conoció la noticia del devastador incendio en la base de supertanqueros de Matanzas, muchas preguntas han surgido en busca de respuestas que aclaren por qué ha sido tan difícil extinguir las llamas.
Algunas de las dudas ya han sido abordadas, pero otras permanecen sin respuesta, especialmente aquellas relacionadas con el lugar del siniestro: la Base de Supertanqueros de Matanzas, donde aún continúan ardiendo cuatro depósitos con capacidad para 50 mil metros cúbicos de distintos tipos de combustibles, de los diez que alberga la zona industrial del puerto matancero.
En el Noticiero Estelar del lunes, un reportaje mencionó que esta base petrolera, única en su tipo en Cuba, fue construida hace diez años con la colaboración de Venezuela, en el marco de los acuerdos de la Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Cada tanque fue ensamblado chapa a chapa, formando cinco anillos de 12 metros de altura y 74 metros de diámetro, coronados con un domo geodésico de aluminio. Según el reporte, en el área donde se desató el incendio, los depósitos estaban edificados a unos 50 metros de distancia entre sí.
Para Alexandr Goftein, socorrista emérito de Rusia y exjefe del Centro de Preparación de Rescatistas de ese país, la clave de la propagación del fuego reside precisamente en la estructura de la misma base de petróleo, según una entrevista ofrecida a Sputnik Mundo.
Goftein señaló que existen fallas en el diseño de la instalación, ya que “al construir tales bases de petróleo se deben cumplir ciertos estándares, especialmente en lo que respecta a la distancia mínima entre los reservorios y la implementación de un vallado, lo que ayuda a prevenir el derrame del combustible”.
El experto también indicó que “es necesario acondicionar las vías de acceso para los equipos de bomberos y establecer los llamados tubos secos, no llenos de agua, destinados a enfriar los tanques en caso de incendio, sin mencionar la necesidad de garantizar una protección segura contra los rayos”, añadió.
Por estas razones, se mostró convencido de que “el hecho de que el fuego se haya propagado de un reservorio a otros evidencia que había defectos en la estructura de la base, lo que llevó a un desastre de tal magnitud”.
A juicio de Goftein, “a estas alturas, las llamas se extinguirán cuando no quede nada por arder”. Y todo parece indicar que esto está ocurriendo, como se observa en el cambio del color del humo la tarde del martes, que pasó de negro a gris, y según imágenes difundidas por la televisión cubana, las estructuras de los cuatro tanques parecen prácticamente derretidas por el calor de las llamas.
Por el momento, las autoridades cubanas han enfocado sus esfuerzos en evitar que el incendio alcance la cercana Terminal 321, donde se almacenan otros combustibles volátiles, como la gasolina, también conocidos como claros en la terminología de los expertos.
Otro de los factores que han complicado la extinción del siniestro son las altas temperaturas y la dirección del viento en el lugar de los hechos, así como la enorme columna de humo que se eleva, que impide la descarga de agua desde arriba mediante medios aéreos.
“Encima de un fuego tan grande se forma una columna de aire muy caliente, lo que resulta imposible de superar para los aparatos aéreos”, aseguró Goftein. “Por lo tanto, extinguir el fuego desde gran altura, donde el aire no es tan caliente, no tendría efecto; y si el avión se acerca, simplemente se quemará”, añadió.
Asimismo, mencionó que, debido al humo y al fuerte viento, la precisión en el vertido de agentes químicos desde un avión sería mínima.
Por todos estos factores, la realidad actual es muy clara para el experimentado rescatista ruso: “el incendio se apagará por sí solo, y no por la intervención humana”. El tiempo para que eso ocurra ya ha pasado y “si ha durado tanto, significa que las medidas que debían funcionar no lo hicieron”, sentenció.