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Texto: Raúl del Pino
De manera contundente, Estados Unidos demostró a Cuba la notable diferencia que existe entre sus selecciones de béisbol en el V Clásico Mundial. Los anfitriones, aunque solo en papel, infligieron una abultada derrota de 14 carreras a 2 a sus vecinos caribeños, enviándolos de regreso con la mirada baja.
El equipo de las barras y las estrellas desvaneció de manera drástica las esperanzas de un grupo que llegó hace cuatro días a Miami, cargando con los sueños de millones de cubanos en todo el mundo -especialmente en las dos orillas que dividen el estrecho de la Florida- de ver a su selección brillar nuevamente en un escenario internacional de béisbol.
En un contexto político cada vez más tenso durante la estancia de la delegación cubana en la llamada Ciudad del Sol, el imponente LoanDepot Park de los Marlins fue el escenario del partido que, antes del inicio, parecía propenso a inspirar el guion de una exitosa película deportiva.
No obstante, una vez que ambos equipos entonaron los himnos, el juego se encargó por sí solo de destruir cualquier ilusión de una victoria épica al estilo David contra Goliat, como por muchos años los líderes de La Habana intentaron presentar a sus compatriotas los enfrentamientos contra sus rivales del norte.
Dentro del campo, los all stars estadounidenses, ajenos al clima político que incendiaba las gradas del estadio, funcionaron como la máquina bien engrasada que son y desde el primer inning iniciaron su propia película.
Los campeones defensores del Clásico, bajo la dirección del estratega Mark DeRosa, lograron su quinta victoria en el torneo, con solo una derrota, para regresar a la lucha por el título al igual que en 2017. Ahora esperan al ganador del partido del lunes entre el México del cubano Randy Arozarena y el Japón del fenómeno Shohei Ohtani.
En contraste, Armando Johnson y sus jugadores deberán volver a la Isla con un sabor agridulce, habiendo logrado regresar a una semifinal del Clásico tras 17 años, pero con la peor paliza en su historial. Una vez más, el béisbol cubano vivió una ilusión en un evento internacional, aunque el contexto emocional hizo que esta experiencia fuera más intensa que en otras ocasiones.
A pesar del marcador final, el inicio del partido fue favorable para la selección cubana. El veterano Adam Wainwright subió al montículo por los estadounidenses, pero se complicó en el primer episodio, permitiendo par de rodados y encontrándose con las bases llenas sin outs.
Con un boleto a Alfredo Despagine, Cuba se adelantó 1-0 y parecía tener la oportunidad de ampliar la ventaja. Sin embargo, Wainwright, como el veterano que es, cerró la llave y disipó esa prometedora oportunidad de presionar a un equipo favorito sobre el papel.
Luego, al momento de batear, los lanzadores cubanos, comenzando con el abridor Roenis Elías, que solo trabajó dos innings y permitió tres carreras, no lograron contener el line-up estadounidense. En su relevo, Miguel Romero, considerado el mejor lanzador caribeño hasta ese momento en el Clásico, tampoco mostró su mejor versión.
A partir de ahí, los relevistas Carlos Juan Viera, Ronald Bolaños, Elyan Leyva y Frank Abel Álvarez intentaron detener a la poderosa alineación, pero al final del sexto inning, la diferencia era escandalosa con 11 carreras en contra, sin que se pudiera finalizar el encuentro debido a que en esta fase no se aplica la regla del KO.
El único que logró mantener el cero fue el relevista cubano José Ramón Rodríguez, quien estuvo impecable hasta el séptimo episodio. Sin embargo, casi logra un relevo perfecto antes de que el emergente Chris Mullins conectara un jonrón en el octavo, sellando el marcador final en 14-2.
Aparte de la humillación que estaban sintiendo los cubanos en el campo, en las gradas, miles de sus compatriotas estaban librando otro tipo de batalla, esta vez en el ámbito político. Las tribunas del LoanDepot estaban repletas de carteles exigiendo libertades en la Isla y criticando al gobierno de Díaz-Canel. No faltaron los populares cánticos de Patria y Vida, ni aquellos que buscaron llamar más la atención al tirarse al terreno.
Al final, la nueva odisea de un equipo de béisbol cubano en Estados Unidos terminó una vez más antes de lo esperado, como sucedió en el Preolímpico de las Américas en West Palm Beach hace poco menos de dos años. Más allá de la vergonzosa derrota, Cuba se marcha de Florida con un recordatorio de que siempre que jueguen en Estados Unidos, no solo estarán compitiendo en el campo de béisbol.
El escritor Carlos Manuel Álvarez es el tercer cubano que se lanza hoy al terreno de los Marlins para pedir libertad por los presos políticos!! pic.twitter.com/dFY4du54U0
— Yordano Carmona (@YordiMLB) March 20, 2023