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Este viernes, un fuerte temblor de tierra de magnitud 7.7 sacudió el centro de Myanmar, afectando también a la vecina Tailandia, así como partes de India y el suroeste de China.
Aunque se teme que las víctimas sean numerosas, hasta el momento se han confirmado al menos tres muertes debido al colapso parcial de una mezquita en Myanmar, según reporta Reuters. En Bangkok, las autoridades tailandesas han indicado que al menos tres personas perdieron la vida, aunque tanto en Myanmar como en Tailandia se advirtió que el número de víctimas podría ser mayor.
Este desastre ha dejado una devastadora huella de destrucción en varias ciudades, incluyendo Mandalay y Sagaing. La situación es especialmente grave en Myanmar, un país que desde 2021 se encuentra en medio de una guerra civil, enfrentando severas restricciones en el acceso a internet y la libertad de prensa.
El sismo, uno de los más intensos registrados en Myanmar en casi 80 años, ocurrió a las 12:50 p.m. hora local, a 16 kilómetros al noroeste de Sagaing, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Solo 12 segundos después, se produjo una réplica de magnitud 6.4, lo que aumentó el pánico en la población.
La Cruz Roja de Myanmar informó sobre daños significativos en infraestructuras esenciales en ciudades como Naypyitaw, Bago y el sur del estado Shan. “La infraestructura pública ha sufrido daños, incluyendo carreteras, puentes y edificios gubernamentales”, declaró Marie Manrique, coordinadora de programas de la organización humanitaria. Manrique expresó su especial preocupación por el estado de las grandes presas en la región, que están siendo monitoreadas debido al riesgo de colapso.
El emblemático Palacio Real de Mandalay también resultó parcialmente dañado, según reportó la televisora estatal MRTV. Al mismo tiempo, el Departamento de Bomberos continúa con las tareas de búsqueda y rescate en medio de cortes masivos de energía eléctrica y problemas en las telecomunicaciones, complicando así las labores de emergencia. La organización Netblocks confirmó una interrupción generalizada de los servicios de internet tras los sismos.
La junta militar que gobierna el país desde el golpe de Estado de 2021 ha declarado el estado de emergencia en la franja central de Myanmar, que incluye Mandalay y Naypyitaw. Sin embargo, amplias áreas del país permanecen bajo el control de milicias étnicas y grupos pro-democracia, lo que dificulta el acceso a ayuda y la obtención de datos precisos sobre la magnitud de la tragedia.
En Tailandia, el primer ministro ha declarado a Bangkok como “zona de emergencia” después de que se reportaran daños en diferentes puntos de la capital. Un edificio en construcción colapsó cerca del parque Chatuchak, causando la muerte de una persona y dejando al menos 50 heridos. Las autoridades han solicitado a la población evitar el uso de ascensores y mantenerse alejados de estructuras altas ante la posibilidad de nuevas réplicas.
El terremoto ocurrió a lo largo de la falla de Sagaing, una región sísmica activa que separa dos placas tectónicas en constante movimiento. Estos movimientos, que acumulan energía durante años, suelen provocar eventos de gran magnitud cada década. El USGS indicó que hasta cinco millones de personas podrían haber estado expuestas a temblores severos o violentos, una cifra que duplica la registrada durante el terremoto en Turquía de 2023.
Amnistía Internacional advirtió que la situación actual en Myanmar agrava la emergencia. “Este terremoto no podría ocurrir en un peor momento. Más de tres millones de personas están desplazadas debido al conflicto armado desde 2021”, afirmó Joe Freeman, investigador de Myanmar en la organización. Amnistía hizo un llamado a la junta para permitir el acceso sin restricciones a la ayuda humanitaria en todas las áreas afectadas.
En China, usuarios de redes sociales en las provincias fronterizas de Yunnan y Guangxi también reportaron haber sentido las sacudidas. El impacto del sismo se habría extendido a lo largo de la región del Triángulo de Oro, que incluye partes de Myanmar, Tailandia y Laos. Mientras tanto, la incertidumbre sobre la verdadera magnitud de los daños en Myanmar persiste, ya que la represión militar dificulta una cobertura libre y transparente de los acontecimientos.