A partir de este lunes, se está evaluando la eficacia del candidato vacunal cubano anti-COVID-19 Abdala, luego de finalizar la administración del inmunógeno a los voluntarios en la fase III del ensayo clínico.
Expertos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y del sector salud en general están llevando a cabo este análisis, en el cual participaron 48,290 habitantes de Bayamo, Santiago de Cuba y Guantánamo. Más del 97 por ciento de ellos recibió las tres dosis del producto farmacéutico, lo que refleja el cumplimiento del protocolo de inmunización.
El director del estudio clínico, Francisco Hernández, comentó que en esta fase se monitoreará a todos los voluntarios, con el objetivo de identificar los casos positivos sintomáticos de infección por el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad sistémica.
Esto permitirá determinar la proporción de los participantes que contrajeron la enfermedad, diferenciando entre los que recibieron el placebo y aquellos vacunados con el CIGB-66 (Abdala). Esta es una forma efectiva de medir la variable principal de esta fase del estudio.
La obtención de los resultados sobre la eficacia dependerá, en gran medida, del tiempo que transcurra hasta que aparezcan voluntarios infectados con el coronavirus, según lo previsto en el diseño del estudio, que establece un total de 150 casos, aunque se anticipan análisis intermedios cada 50 contagios registrados.
El especialista destacó la importancia del hospital militar Joaquín Castillo Duany, de La Habana, que asume de manera centralizada la atención de todos los pacientes confirmados con COVID-19 de Granma, Guantánamo y Santiago de Cuba que están incluidos en el ensayo clínico.
Además, hizo un llamado a los participantes del estudio Abdala para que mantengan sus cuidados personales, ya que algunos recibieron la vacuna y otros placebos, lo que implica que no todos están completamente protegidos.
Como hemos mencionado anteriormente, las vacunas no previenen la infección por coronavirus, pero tienen como objetivo fundamental evitar el desarrollo de formas graves y severas de la enfermedad y, por consiguiente, reducir las muertes por COVID-19.