Fallece el autor cubano Edmundo Desnoes, reconocido por su obra «Memorias del subdesarrollo».

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Foto: Cubacine ICAIC | Twitter

El autor cubano Edmundo Desnoes, conocido principalmente por su novela “Memorias del subdesarrollo” y como guionista de la película del mismo nombre junto a Tomás Gutiérrez Alea, falleció en Nueva York a los 93 años.

Juan Edmundo Pérez Desnoes nació en La Habana en 1930 y estudió en los Estados Unidos hasta que, en la década de 1950, se asentó en Venezuela, donde trabajó como docente de inglés.

Durante ese periodo, mantuvo una conexión significativa con la cultura cubana, estrechamente vinculado a los integrantes del grupo Orígenes. Regresó a la isla en 1959 y se desempeñó como redactor en el diario Revolución y su suplemento cultural, Lunes de Revolución.

Además, formó parte del consejo editorial de Casa de Las Américas, fue editor de arte y literatura en la Editorial Nacional de Cuba, profesor de Historia de la Cultura en la Escuela de Diseño y trabajó en el Ministerio de Educación.

En Cuba, publicó obras como “Lam: azul y negro” (1963), la citada “Memorias del subdesarrollo” (1965), “El cataclismo” (1965) y “Para verte mejor, América Latina” (1972), hasta que decidió abandonar el país en 1979 y establecerse en Nueva York.

Su antología de 1981, “Los dispositivos en la flor”, provocó gran revuelo tras su lanzamiento, al considerar tanto las opiniones de críticos como de partidarios del gobierno cubano. Más tarde, en 2008, publicó la novela “Memorias del desarrollo”, que también fue adaptada al cine en 2010 por el director Miguel Coyula.

Desnoes se destacó como uno de los escritores más emblemáticos de su generación y representa una de las figuras más importantes de la literatura cubana.

El periodista y escritor Alejandro Luque escribió un artículo en el diario español El País acerca de la lamentable noticia de la muerte del escritor cubano, a quien describió como “el cubano que no encajaba en ninguna orilla”.

“Edmundo Desnoes pasó sus últimos años ‘mirando y dejando’, como se dice en Cuba: tumbado en la cama, con las piernas cruzadas y sus largos antebrazos como almohada, esperando mansamente la muerte. Comía lo justo y apenas hablaba con su compañera, Felicia. Su cuerpo parecía sano, pero su alma estaba fatigada. A sus 93 años, había optado por dimitir de la vida”, afirmó Luque.

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