El paciente estadounidense David Bennett, quien fue el primero en el mundo en recibir un trasplante de corazón de cerdo modificado genéticamente, falleció este martes a los 57 años, dos meses después de la cirugía que le prolongó la vida.
Durante varias semanas, Bennett tuvo un corazón modificado por la empresa Revivicor latiendo en su pecho, diseñado para facilitar la integración del órgano en su cuerpo y minimizar el riesgo de rechazo.
Las revistas especializadas en salud y cardiología elogiaron el procedimiento, destacando que el órgano funcionaba de manera óptima en las primeras semanas tras el trasplante.
Bennett, quien sufría de insuficiencia cardiaca grave, permaneció consciente hasta sus últimas horas.
Bartley Griffith, el cirujano responsable de la operación de trasplante, ha manifestado el interés de su equipo por seguir perfeccionando esta técnica, ya que representa una esperanza para pacientes que no cumplen con los requisitos para estar en la lista de espera de un corazón humano, o que se encuentran en un estado de salud tan delicado que no pueden esperar por uno.
Aún no se ha determinado la causa exacta del fallecimiento de Bennett, ya que los médicos involucrados en su operación indican que no se observó un rechazo al corazón porcino.
La familia del trasplantado ha expresado su agradecimiento hacia los doctores que le concedieron unas semanas más de vida con su ser querido. El hijo de Bennett clasificó la operación de su padre como un esfuerzo milagroso.
Como ocurre con todas las cirugías pioneras a nivel mundial, este trasplante proporcionó valiosos conocimientos que, en un futuro cercano, podrían salvar miles de vidas cada año.
La Organización Mundial de la Salud estima que los órganos donados solo satisfacen una décima parte de las necesidades globales, de ahí el esfuerzo de investigadores e instituciones médicas por encontrar reemplazos viables y seguros provenientes del reino animal.
No obstante, esta práctica enfrenta críticas. Este tipo de cirugía aún es experimental y conlleva riesgos significativos para el paciente; durante décadas, los médicos han intentado implantar órganos de animales en humanos, aunque los resultados no han sido totalmente satisfactorios.
Además, surgen cuestiones éticas, pues el paciente debe ser consciente del riesgo que asume y de las posibles complicaciones que puedan surgir incluso después de la intervención.
Por otro lado, muchos grupos defensores de los derechos de los animales se oponen al uso de cerdos para trasplantes humanos. PETA, una de las organizaciones más reconocidas, describió la operación de Bennett como poco ética, peligrosa y un gran desperdicio de recursos, según informó la BBC en el momento de la cirugía.
Los animales no son meras herramientas, sino seres complejos e inteligentes, enfatizó la organización en ese instante.
Asimismo, varios grupos religiosos han manifestado su inquietud ante esta práctica médica. Judíos y musulmanes, por ejemplo, tienen normas estrictas con respecto al cerdo, el animal elegido para estos procedimientos, ya que el tamaño de sus órganos relevantes se asemeja considerablemente al de los humanos.