Texto: Raúl del Pino
Foto: RRSS
El nombre de Eduardo Medina Fernández puede que no sea familiar para los aficionados al deporte en Cuba, pero al mencionar su apodo “Veneno”, inmediatamente todos recordarán a ese hombre pequeño y canoso que, durante décadas, ocupó la misma butaca en la zona derecha del estadio Latinoamericano apoyando a sus Industriales.
La mañana del sábado, la capital cubana se vio sacudida por la triste noticia del inesperado fallecimiento de Medina Fernández, quien fue víctima de un ataque al corazón. Según versiones extraídas de Facebook, había estado en Artemisa la tarde anterior, siguiendo de cerca a los Leones en la actual Serie Nacional.
Natural del municipio de Taguasco, en Sancti Spíritus, se trasladó a La Habana de niño, donde comenzó su apasionada historia con el equipo más laureado del béisbol cubano, un romance que con el tiempo creció al punto de llevarlo a casi todas las provincias del país para brindar su apoyo incondicional.
Desde que se hizo pública su muerte, un gran número de periodistas, jugadores, entrenadores y aficionados al béisbol han expresado su duelo en redes sociales.
Norland Rosendo, de Juventud Rebelde, escribió: “Dicen que murió Veneno, que se le rajó el corazón. Yo digo que no es cierto, ese es el veneno más saludable que se haya inventado jamás. Un aficionado de Industriales que era querido en toda Cuba.”
En uno de los comentarios, el destacado formador de lanzadores José Manuel Cortina también expresó su tristeza: “La vida es un soplo nada, una duda, una clemencia, una ráfaga de ausencia, por el suelo lanzada. ¿Cómo se nos puede ir una persona tan buena y carismática mientras hay quienes viven con ese egoísmo atroz?”, reflexionó el preparador pinareño.
Por su parte, Boris Luis Cabrera, uno de los reporteros emblemáticos de los Industriales, compartió una fotografía que le había tomado recientemente a Medina Fernández durante la subserie entre el equipo azul y los Gallos espirituanos.
“Allí sentado en el mismo puesto que eligió desde niño, porque alguien le indicó que era el mejor lugar para disfrutar del béisbol. Jamás imaginé que sería la última vez. La pelota cubana está de luto hoy. Será muy extraño asistir al Latinoamericano y no verlo”, escribió el periodista de Tribuna de La Habana.
En una entrevista anterior para Score Sports Magazine, “Veneno” había confesado que siempre se sentaba en el mismo lugar “porque de pequeño no venía solo, y como mi familia simpatizaba con los equipos villareños, siempre nos ubicábamos por la grada de primera base, y así me fui quedando aquí.”
Desde ya, muchos aficionados industrialistas han comenzado a solicitar que se le erija una estatua en esa parte del estadio, al igual que la que actualmente tiene el también histórico Armandito “El Tintonero”. Sería un homenaje excelente a la memoria de un hombre que, más allá de su amor por los Industriales, demostró que el béisbol en Cuba es mucho más que un simple juego.