Ofensas y “pullitas” ¿Periodismo?
Una vez más, el abogado cubano Humberto López acapara la atención mediática. Esta vez no se trata del controvertido Premio de la Dignidad que le fue concedido por la Unión de Periodistas de Cuba, ni de la encuesta realizada por el ICRT que evidenció el descontento de los televidentes hacia el locutor y, sobre todo, a su segmento en el Noticiero Estelar de la Televisión Cubana. Mucho menos se refiere a su cuestionable ejercicio del periodismo, donde ha etiquetado a activistas, opositores y críticos del gobierno, que tienen cierta influencia en las redes sociales, con términos como «mercenarios» y otros epítetos igualmente peligrosos y sin fundamento legal.
En un contexto de crisis económica, sanitaria y política, el locutor decidió sacar a la luz la crisis que ya ha comenzado a señalar una parte del periodismo nacional. Esta vez, utilizó todo su arsenal cuando arrancó una diatriba contra el experimentado comunicador Juan Manuel Cao.
López evidencia, una vez más, su falta de recursos para practicar un periodismo riguroso y demostrar una profesionalidad acorde con los estándares establecidos en la televisión. Sin embargo, esto no es nuevo, dado que ha sido su modus operandi desde que lo pusieron «en el vidrio». Su manera de presentar, enfocándose en infundir miedo entre el público y los familiares de aquellos mencionados, con frases como “tengo más, mucho más…”, ejemplifica esta situación. Humberto ignora la labor ciudadana de la prensa y del periodista como mediador que contribuye a la reflexión y al diálogo social.
En uno de sus recientes apariciones en pantalla, Humberto afirmó: “se debe aprender a contar”, dirigiéndose al periodista cubano radicado en Estados Unidos.
López, en un intento de hacer uso de la ironía, lanzó su pulla al calificar a Cao irónicamente de “serio” y a su programa de “objetivo”.
La reacción de Juan Manuel Cao, a quien López etiqueta como “vocero del régimen castrista”, no tardó en llegar. Estos términos que emplea Cao son conocidos y forman parte de una postura mediática que los cubanos de ambas orillas reconocen. Él respondió al ataque señalando: “Él se hace eco de la represión”. Además, aprovechó la ocasión para expresar su rechazo a cualquier acto de violencia, sin importar su procedencia.
En los últimos años, ha resurgido un acalorado debate y se han intensificado los síntomas de odio entre cubanos de diferentes ideologías y posturas políticas, exacerbados por evidentes actos de repudio, represión y difamación hacia la disidencia en la isla y hacia figuras de la sociedad civil, como artistas o intelectuales.
Varios analistas han advertido sobre la división que espacios como el de Humberto López están provocando entre los cubanos. Este periodista muchas veces ha mostrado falta de discernimiento en su discurso, lanzando descalificaciones hacia cualquier persona que, desde la dirección del programa, pueda ser considerada un blanco por sus críticas al gobierno de la isla. Este enfoque puede convertirse en un bumerán en una sociedad en crisis que necesita ante todo diálogo y estabilidad. De hecho, el propio conductor fue víctima de lo que podría catalogarse como un acto de odio cuando arrojaron chapapote en la fachada de su casa familiar en la provincia de Matanzas, un hecho que no sorprende dada la incomodidad que su programa ha generado, muchas veces carente de una base intelectual y periodística sólida y con un sesgo comunicacional evidente.
El ataque de Humberto fue directo y la respuesta de Cao también lo fue. Ambos avivan una hoguera política que se enciende cada vez más. En el centro de este conflicto están muchos cubanos que intentan sobrevivir a una crisis económica prolongada, o que buscan ayudar a sus familias desde La Florida o cualquier otro lugar del mundo. Muchos no tienen tiempo entre ese proceso para avanzar en sus vidas y con los suyos, integrándose a un conflicto histórico que, por lo menos por ahora, no parece tener fin. Mientras tanto, el fuego cruzado continúa.