Informes sobre la explotación laboral infantil en Cuba son divulgados en los medios.

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Foto: Jorge Luis Borges

Texto: Hugo León

La situación de numerosos estudiantes menores de edad en Santiago de Cuba que se encuentran en condiciones de trabajo infantil ha llegado a la atención de la prensa estatal, según un informe del periódico local Sierra Maestra.

El medio informó sobre casos de estudiantes de educación primaria que están faltando a clases para trabajar. Los menores, de acuerdo con el artículo, llegan tarde o se ausentan de la escuela para poder contribuir a las necesidades económicas de sus familias.

“Actualmente hay ciertos casos, característicos de la complejidad del contexto, que requieren una evaluación desde una perspectiva diferencial, como parte de una política preventiva y de intervención efectiva”, señalaba el periódico mencionado.

El “contexto” al que se refiere el artículo está marcado por una crisis sistémica que afecta a casi todos los sectores de la sociedad, abarcando diversas áreas de la economía, así como la alimentación, la educación y el transporte.

La actual Constitución de la República de Cuba, similar a su predecesora, prohíbe el trabajo de niñas, niños y adolescentes, y establece, junto con el Código de Trabajo, “la prohibición del trabajo infantil y la protección especial de los jóvenes entre 15 y 18 años que comienzan a trabajar, con el objetivo de asegurar su desarrollo integral”.

Asimismo, el Código de las Familias regula la responsabilidad parental y los deberes y obligaciones de los padres respecto a sus hijos menores de edad.

Cuba también es signataria de varios acuerdos, tratados y documentos internacionales que condenan y prohíben el trabajo infantil, y que se encargan de salvaguardar los derechos de niños, adolescentes y jóvenes.

Aparte de lo anterior, el discurso revolucionario en este aspecto siempre se ha comparado con el precedente de la época republicana en la isla, afirmando que en Cuba los niños no tienen que trabajar, a diferencia del capitalismo.

Sin embargo, a pesar de todo lo mencionado, la realidad que presenta el periódico Sierra Maestra se ha ido extendiendo por el país, y la situación de los jóvenes santiagueros no es un caso aislado. Más allá de que los niños y adolescentes se ausenten o no a clases para trabajar, en las calles de La Habana y otras provincias se les puede observar cada vez más frecuentemente realizando trabajos de limpieza de patios, entregando mandados o vendiendo pan.

Este último ejemplo es particularmente común en la capital, por lo que es importante distinguir entre los chicos que acompañan a sus padres en esta actividad y aquellos que se ven vendiendo panes o dulces en las calles sin acompañantes.

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