Texto: Hugo León
Un día como hoy hace 4 años, nos dejó Frank González, el hombre de las mil voces, cuya energía y talento dieron vida a personajes inolvidables que marcaron la infancia y también la identidad de los cubanos.
Frank ha sido durante décadas, incluso después de su muerte, una de las voces más queridas y emblemáticas del panorama cultural cubano. Actor, humorista, locutor y maestro del doblaje, Frank fue mucho más que un intérprete: bien puede decirse que fue el alma de una generación entera de personajes animados que han dejado una huella en la identidad audiovisual de Cuba.
Nacido en La Habana en 1946, Frank González dejó una huella imborrable gracias a su extraordinario talento para encarnar múltiples personajes con solo su voz. Su capacidad camaleónica le valió el apodo de «el hombre de las mil voces», y no era para menos. A través del micrófono, Frank logró crear mundos, emociones y personalidades únicas que trascendieron la pantalla.
Elpidio Valdés y Pepe, de Vampiros en La Habana, en la memoria
Entre sus trabajos más memorables se encuentra su interpretación de Elpidio Valdés, el mambí que, machete en mano, luchaba por la independencia de Cuba en las historietas y películas animadas del maestro Juan Padrón.
Elpidio no solo simbolizaba a un héroe nacional; también representaba a un pueblo lleno de coraje, humor y dignidad. Y fue la voz de Frank la que le otorgó vida, fuerza y cubanía a ese personaje que aún recordamos con cariño.
También lo recordamos como Pepe, el protagonista de Vampiros en La Habana, otro clásico de la animación cubana que mezcló sátira, música y política con un estilo innovador que se ha convertido en una película de culto para los cubanos. Su interpretación en esta obra también fue fundamental: el carisma y la chispa de Pepe surgieron de la voz de Frank.
Y qué decir de los Filminutos, esos breves cortos animados cargados de crítica social y humor absurdo. Ahí, Frank se transformaba sin cesar, saltando entre acentos, edades, géneros y personalidades como un auténtico prestidigitador vocal. Cada personaje, por más pequeño que fuera, cobraba una identidad única a través de su garganta prodigiosa.
Frank González no solo daba voz a los personajes animados… hablaba por Cuba, ya que su voz acompañó nuestras meriendas, nuestras tardes de domingo, y nuestros primeros encuentros con el humor inteligente y la animación durante la infancia y la adolescencia. Su voz se convirtió en parte inalienable de la cultura cubana.
Adicionalmente, es recordado por sus personajes en las aventuras de Los pequeños fugitivos, en la novela Si me pudieras querer, y en películas icónicas como En tres y dos, Baraguá, Plaza Vieja, El siglo de las Luces y Plaff.
Hoy, a cuatro años de su partida, es un momento para recordarlo con gratitud y cariño. Porque aunque su voz se haya apagado, sus personajes siguen vivos, y con ellos, permanece la magia de un hombre que supo convertir simples sonidos en memorias eternas.