Interactivo traslada La Habana a Madrid.

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Texto y Foto: Michel Hernández

La fecha anunciaba la llegada del invierno en Madrid. Sin embargo, también predecía que este sería contrarrestado por el calor de La Habana. Dos estaciones en lucha durante la noche, de las cuales solo una saldría vencedora. Interactivo resurgió desde su parada en la diáspora para presentarse en el escenario de la Sala Clamores el 21 de diciembre en Madrid, dejando atrás el frío exterior. El frío que se sentía a las afueras se transformó en ese calor que emana de la banda de Robertico Carcassés, algo que los cubanos conocen muy bien.

El Interactivo que se presentó en el escenario no es el mismo que todos recordamos. Es un grupo renovado que sigue en pie gracias a su fundador, el pianista y compositor Roberto Carcassés, cuyo legado es innegable. El notable Bobby Carcassés, su padre, a sus 86 años, continúa iluminando escenarios con su impresionante vitalidad.

La Sala Clamores es un lugar adecuado para Interactivo. No obstante, el concierto no destacó por una buena organización por parte de los anfitriones. El público se aglomeró en la entrada, cuestionando la hora exacta del concierto y la apertura de las puertas. Solo una flecha indicaba el lugar donde se debía esperar, como un anuncio del club que iba a presentar a uno de los grupos más importantes e influyentes de la música cubana contemporánea en las últimas tres décadas.

Cualquiera interesado en las revoluciones de la música cubana conoce la trayectoria de Carcassés antes de Interactivo. Él es un testimonio de la escena nacional durante los momentos más complejos y creativos de la historia reciente. Carcassés se estableció en Madrid hace algunos años y reestructuró Interactivo con músicos residentes en la ciudad y otros que se han ido incorporando.

La banda subió al escenario alrededor de las 10:30 p.m. y empezó a contagiar al público con un repertorio donde se fusiona casi todo. Las nuevas vocalistas Lidia María y Elizabeth defendieron con firmeza el sonido y las canciones del grupo, mostrando el desenvolvimiento que exige la banda. Sin otros objetivos que estar a la altura de la historia que llevaban a cuestas, lo lograron, porque en sus voces y proyección escénica conservan las marcas que definen a Interactivo: complicidad con el público, ruptura de esquemas, desparpajo y comunión.

Las comparaciones con la historia anterior de Interactivo son inevitables, dado que la herencia pesa, pero hoy vemos a una banda que se reconstruye en nuevas tierras, con un público que exige que cumplan con los años de rupturas en los escenarios con la música que iluminó las noches de La Habana, donde cualquier cosa podía suceder cuando era el turno de Interactivo.

La banda tiene todo para seguir funcionando. Tiene, sobre todo, a su director que dicta la marcha desde un rincón del escenario, logrando que el grupo se sobreponga a cualquier desliz en vivo. Ahora, Interactivo es un conjunto en plena evolución, desde su esencia, sus raíces y la vibrante energía que le inyectó a La Habana.

En el concierto, Interactivo recurrió a sus clásicos, estrenó nuevos temas e intercambió palabras con el público sobre la realidad de Cuba. Frente al escenario, cubanos y españoles se dejaban llevar por esos ritmos que emergen de la base de la música popular cubana, continuando así con un intenso proceso de exploración.

No obstante, la banda acudió a fórmulas conocidas que, sabían, harían que los espectadores entraran en éxtasis y combustión. Sus manos se alzaban hacia el cielo, reclamando las fuerzas de sus canciones más reconocidas. En el público, algunos españoles preguntaban sobre el grupo o alguna cantante, mientras los cubanos a su lado respondían con la experiencia que otorgan los años junto a la banda. Todos acababan bailando, vibrando y repitiendo esos estribillos pegajosos que esta tropa había sabido inculcar en sus seguidores.

Temas como «Libérame» y «Te fuiste» fueron parte del repertorio fundamental de la banda, que en esta ocasión estaba integrada por instrumentistas como el saxofonista César Filiu, el trompetista Julio Rigal y Leonardo Ángel, quien tiene una destacada trayectoria en el rock cubano, entre otros.

Lamentablemente, desde que Interactivo dejó La Habana, la ciudad también perdió parte de la calidez de sus noches, de sus vibraciones internas y el sonido de libertad que siempre ofreció el grupo fue sustituido por un inquietante silencio. El músico, por razones conocidas, decidió establecerse en Madrid, al igual que cualquier cubano que se marcha con su país a cuestas. Carcassés lo dice abiertamente, aunque sabe que no es “uno más”. La realidad es que ninguno de los cubanos que ha emigrado es “uno más”.

“Aquí estoy luchando”, dice desde el escenario mientras juega con el teclado y sonríe momentáneamente, hasta que su expresión se torna seria y mira hacia el público como si buscara algo, como si se buscara a sí mismo. Y continúa manejando la energía del grupo ante más de un centenar de personas.

Parecía que La Habana estaba en Madrid o que Madrid estaba en La Habana. La sensación era que el tiempo se había detenido en medio de la bohemia y el vislumbre de la felicidad. Era como si un rostro familiar pudiera aparecer en cualquier momento y la noche se fuese entre cervezas, recuerdos y alguna escena furtiva.

William Vivanco, un integrante de la vieja guardia de Interactivo, también participó en la velada. Cantó sobre «gente arrabalera» y recordó el famoso dúo que formó con Telmary Díaz durante una época en La Habana, que también era un elemento esencial de las presentaciones de Interactivo.

Pavel Urquiza fue otra de las sorpresas de la noche. El músico, mientras se recostaba en la barra tomando una cerveza, fue llamado por Carcassés para ser parte de la celebración. El influyente y ya histórico músico cubano compartió el escenario con el grupo en una colaboración que podría repetirse en futuros conciertos.

Aunque se encuentra en un proceso de renovación y posiblemente buscando nuevos caminos en un escenario tan competitivo como el circuito musical de Madrid, Interactivo sigue manteniendo una extraordinaria calidad en los músicos que componen su formación, quienes pueden brillar en cualquier escenario y realzan cualquier agrupación.

La temperatura fuera del escenario descendía por debajo de los 5 grados, pero los cuerpos aún conservaban el calor de La Habana. La calidez y la satisfacción de que Roberto Carcassés había traído un fragmento de La Habana, de Cuba, junto a una música que debe continuar evolucionando sin perder su esencia, sin despojarse de su capacidad de ruptura, una música que ahora se ha convertido en uno de los mejores puentes entre La Habana y Madrid. Entre Madrid y La Habana.

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