Fotos: Cortesía del Entrevistado
Texto: Jorge Suñol
A finales de 2023, Jonathan dejó Cuba. Se despidió de sus amigos en Viñales, les dedicó una canción, abrazó a su mamá por última vez, secó sus lágrimas y tomó un vuelo hacia Managua, pasando por Bogotá y San Salvador. Nadie sabe lo que podría suceder en esa travesía por Centroamérica. Depende de la suerte, del dinero que se gaste, de los coyotes correctos y del peligro de morir en el intento. Pero una cosa que nunca perdió el joven influencer pinareño fue la esperanza de que esa era la única forma de comenzar nuevos caminos, lejos del caos de la Isla.
Jonathan Montelongo tuvo la fortuna de no ir solo. Su amiga Amanda Sánchez, también creadora de contenidos, fue la mano que lo ayudó a levantarse cuando creía que no podía, la que logró hacerle reír en momentos críticos, la mirada que le otorgaba fuerzas y que le confirmaba que el sacrificio valía la pena.
Desde luego, tuvo que dejar mucho atrás y aventurarse a lo desconocido. En diciembre pasado, publicó un video disculpándose con el equipo de 11: Once, una serie independiente que creó y produjo. No pudo cumplir lo prometido: una segunda temporada. Las circunstancias, las carencias para llevar a cabo el proyecto y su salida del país hicieron que así fuera. Jonathan asumió su responsabilidad. Necesitaba cerrar ese ciclo para abrir otros nuevos. Demostró, una vez más, su valentía, la honestidad con su trabajo y el aprecio que le tenía.
Recordemos que esta propuesta se realizó en Pinar del Río y rompió con el habanocentrismo que ha prevalecido en gran parte de las producciones del país. YouTube fue la plataforma para promocionar sus capítulos. En agosto de 2022, incluso, fue finalista en la categoría de Serie Web del Octavo Festival Anual Web Series Global, con sede en Hollywood.
En marzo de 2024, después de tres meses en México, y sin detener su actividad en sus redes sociales, el joven llegó a Estados Unidos a través del programa del CBP One, sin la “maldita circunstancia de la agua por todas partes”.
Al llegar, lo primero que se dijo fue: “Ahora sí. Ahora sí puedes plantearte todas las metas. Si ves el mundo grande, tienes la oportunidad de comértelo. Puedes ser ambicioso como siempre quisiste ser. Ahora sí puedes plantearte lo imposible y hacerlo posible”.
En el último mensaje de nuestro chat me reafirma que toda esa motivación para seguir se debe, esencialmente, a algo: “La libertad, la libertad de soñar en grande, de poder expresar lo que quiero y pensar como deseo”.
Dreaming in Miami, agregó en su descripción de Instagram. Y lo está haciendo, mientras no deja de hacer reír a sus seguidores, inspira a algunos, incomoda a otros, colabora con marcas y negocios, concede entrevistas, se pone pelucas y crea cientos de personajes.
Así me cuenta su historia, sin tantas mascaradas y de un tirón, con la naturalidad que hemos podido ver en gran parte de su contenido. Sin embargo, prefiere guardar algunos secretos. “Hay muchos que no he contado, mejor me los guardo”, dejando así el misterio abierto a lo que está por venir.
En 2011, este joven se graduó de la Escuela de Instructores de Arte de Pinar del Río. De allí proviene gran parte de su formación en teatro, aunque previamente había subido a las tablas como aficionado: “No paro, siempre hay que seguir estudiando y creciendo. No me conformo fácilmente, pero mis bases están ahí”.
Con 290 mil seguidores en Instagram, el actor, productor e influencer joh_wayne7 ha conquistado sus plataformas con un contenido donde, él más que nadie, disfruta lo que hace, aunque eso implique un ejercicio creativo agotador. Sus videos, llenos de parodias y chistes sobre los problemas de la sociedad cubana, lo han posicionado dentro de la comunidad de instagramers cubanos.
¿Por qué usar el humor como un formato base en tu estrategia de contenido en redes sociales? ¿Fue una idea inicial o lo asimilaste sobre la marcha al darte cuenta de que podías conectar y hacer reír al público?
No veo el humor como un formato o una base. Lo considero más una vía, una forma que encontré de expresar lo que pienso y siento, lo que creo, mi perspectiva de la vida. Mi contenido es crítica social; siempre busco dejar un mensaje, que la gente pueda reírse con un chiste, pero que al final del día, al poner la cabeza en la almohada, puedan decir: “sí, me río de lo que dice, pero tiene mucha razón”. Todos tienen algo que decir, pero no todos encuentran la forma adecuada. En el humor, encontré esa forma.
Además de entretener, debatir y socializar, lo que busco es comunicar. El artista debe expresarse, debe hablar. El público tiene que quedarse con algo, para poder conectar. Y que, por ejemplo, en momentos complicados, digan: “me estoy riendo de esto ahora mismo porque Jonathan justo hizo un chiste sobre eso o presentó esa situación en uno de sus videos”. Lo que busco es dejar una huella en el día a día de mi audiencia.
¿Cómo era Jonathan antes de aparecer en Instagram?
Las diferencias son pocas. Hay una evolución en relación a mis pensamientos y deseos, pero en lo personal, prácticamente no ha cambiado. Siempre he sido alguien que se ríe constantemente. Antes de comenzar en Instagram, ya tenía mi canal de YouTube y siempre quise hacer reír a la gente; eso se mantiene en el Jonathan de antes, el de ahora, y espero que se mantenga en el del futuro. En redes sociales he crecido, aprendí mucho, tanto de lo bueno como de lo malo.
Después de darme a conocer y alcanzar una buena audiencia, la gente en la calle me saluda y quiere hacerse fotos conmigo, y yo me pregunto: “¿Cómo está sucediendo esto? ¿Cómo es posible?”. Antes lo veía como algo normal en otras personas influyentes, y decía: “me gustaría una foto con ellos”, pero ahora pasa conmigo. No sé cómo lo hubiera asimilado años atrás; me sorprende. Yo digo que no tengo seguidores, no tengo público, tengo un montón de amigos que no he conocido. Un montón de personas ahí que me encantaría conocer, con las que me gustaría compartir algún día, que se ríen con mi contenido. Creo que mi esencia siempre ha sido esa: repartir alegría.
¿Te fue difícil construir un espacio, dar voz desde Pinar del Río? ¿Cómo lo ves en un país al que recién llegaste?
En las redes sociales todo sucede de repente. De la noche a la mañana, de ser un desconocido, pasas a ser el centro de atención. Eso me ocurrió tras un video que se volvió viral. Ya tenía mi trabajo con 11: Once, y mi canal de YouTube, pero ese video me brindó el alcance que necesitaba. Creo que mi construcción se dio a partir de allí. Así funciona mucho.
Crecimiento, comunicación y la construcción de una voz desde Cuba es el verdadero reto para un creador. Crear una voz autenticada que exprese lo que realmente piensas es complejo. Un artista mutilado es un artista estancado, y eso te destruye como comunicador y creador. Debes jugar con todos esos factores estando en Cuba.
Desde Estados Unidos, todo cambia. La historia es diferente. Tienes que conservar a tu público habitual, pero también buscar cómo alcanzar a los nuevos. Adaptarte a costumbres y nuevas formas de vida. La vida es un ciclo que debes ir procesando. Se vuelve un poco más complicado, es como estar en un océano de creadores y hay que tener mucho cuidado, porque te puedes ahogar fácilmente.
¿Cómo vives tu condición de migrante? ¿Qué es lo que más extrañas de la Isla?
Irme ha sido la decisión más dura que he tenido que tomar, pero, irónicamente, ha sido la más sencilla. En Cuba había un punto en que me sentía atrapado. Tenía miedo de lo que quería decir o pensaba, todo se oponía al discurso del gobierno. Hubo momentos en los que pensé que corría peligro por mis creencias y, al mismo tiempo, veo una línea muy delgada entre el conformismo y la mediocridad. Ni soy conformista ni le tengo miedo a la mediocridad. Cuba tiende a limitarte. Cuando te limitas, caes en la mediocridad. No quería eso para mí. Consideraba a Cuba como una pecera demasiado pequeña para un pez tan grande y deseaba moverme, quería más.
Y por supuesto que extraño. Uno puede irse de Cuba, pero Cuba nunca se marcha de uno. Extraño a mi familia, a mis amigos, a mis mascotas, pero el deseo de crecer y evolucionar ha atenuado mucho esa nostalgia.
¿Cómo fue el proceso de la travesía y tu estancia en México?
Estuve tres meses en México. Cuando estás fuera, cuando no estás completamente legal en un lugar, vives con mucho miedo, experiencias hermosas pero también muchas duras. Aprendí a madurar mucho. Al salir de Cuba, tenía claro lo que quería, pero dudaba de si podía lograrlo. Si me paraba a pensarlo dos minutos, probablemente no lo habría conseguido. Al reflexionar sobre la travesía y esos tres meses en México, viendo el estrés y la desesperación por querer llegar a un lugar y no poder, es realmente duro.
Lo que más me ayudó durante la travesía fue el apoyo hacia mi familia. Psicológicamente, mi estrategia fue hacerles sentir que estábamos jugando. Creé un grupo en WhatsApp, les enviaba fotos disfrutando, y me enfoqué tanto en eso, que no tuve tiempo de pensar en mí, ni en lo que estaba viviendo, ni en los riesgos que estaba corriendo. También hay que mencionar el hecho de hacer la travesía con mi mejor amiga, que fue mi otro soporte; nos fuimos juntos y gracias al universo, vivimos juntos y estamos creciendo juntos.
En este momento, Jonathan recuerda un día que jamás olvidará en su trayecto hacia Estados Unidos. En algún punto intrincado de la geografía mexicana, él y su amiga abordaron una lancha a alta mar. No lo sabían, les dijeron que no había peligro. Pero cuando los motores se encendieron a toda velocidad, Amanda comenzó a gritar desconsoladamente. Él trataba de calmarla: “Me congeló la vida, no estaba consciente de lo que estaba viviendo, de lo que estábamos enfrentando, solo intentaba que ella no se asustara”. Cuando finalmente pudieron desembarcar, lo primero que sintió fue un temblor horrible en las piernas, y minutos después, comenzó a procesar todo.
¿Hasta ahora, cuál ha sido tu mayor reto personal y profesional?
Mi mayor desafío es lidiar conmigo mismo, tanto en lo personal como en lo profesional. Controlar mi impulsividad y ese deseo constante de evolucionar, ya que a menudo me precipito y cometo errores. Necesito aprender a no exigirme tanto. A veces abuso de mi propio ser. El universo me lo dice: “Este no es el momento, para, estás tropezando, míralo desde otro ángulo, disfruta de otras cosas, de otros paisajes”, pero no aprendo. La piedra más grande en mi camino soy yo mismo.
¿Planeas renovar tus contenidos, pero mantener tu esencia? ¿Qué nos mostrarás pronto?
No pienso renovar mis contenidos. Quiero que evolucionen. El sello siempre será el mismo: comunicar y dejar un mensaje. Quiero mirar mis videos más antiguos y decir: “sí, has evolucionado y este es el camino”. Puedo equivocarme, pero giraré y seguiré hacia un mejor rumbo. Y con la evolución vienen las ganas de hacer cosas nuevas. En este momento quiero explorar más el mundo audiovisual; deseo hacer televisión. Hay muchos proyectos en los que estoy involucrado. Estamos trabajando en MonarcaTV, un canal de televisión que estamos fundando aquí en Miami del cual soy parte desde el inicio. Nos abrimos mutuamente. Pero no pienso detenerme en este punto. Pararé el día que se me detenga el corazón. Mientras tanto, siempre habrá algo nuevo que ver.
¿Cómo manejas a los haters en tu trabajo diario?
Las redes sociales son tan bellas como turbas. Hay tantas cosas buenas para hacer, y las personas emplean tanto tiempo en hacer daño que no están disfrutando la vida como podrían. Evidentemente, hay personas que no comparten mi criterio o que simplemente quieren criticar por dañar y siempre trato de mantenerme al margen, evitando entrar en polémicas porque no me interesa.
Cuando expresas lo que piensas, corres el riesgo de recibir críticas. Siempre habrá quienes no compartan tu opinión y cuyos comentarios sean agresivos. Sinceramente, prefiero utilizar mi tiempo en crear. El tiempo que gasto respondiendo a comentarios malintencionados o debatiendo polémicas que no me aportan nada es tiempo que dejo de utilizar en mi creación y crecimiento.
En este punto, el influencer cubano agradece a todas las personas que han creído en él, así como a aquellos que le han demostrado su apoyo de cualquier forma. Pero también se agradece a sí mismo: “por no rendirme, creer y apostar por mí. Darme la oportunidad de fracasar y de intentarlo”.
¿Y lo mejor que te llevas de tu trabajo como creador de contenidos?
La inspiración. Las personas a las que he logrado inspirar, y el hecho de tener la oportunidad de que se me acerquen y me digan: “yo comencé a hacer esto porque te vi”, es lo más hermoso que me llevo.
¿Cómo enfrenta Jonathan sus temores?
Cuando tengo miedo de algo, siempre me hago la misma pregunta: “¿Qué pasaría si no lo intentas?”. Eso, o me quita el miedo y enfrento la situación, o me genera más miedo a quedarme estático y no hacer nada, así que lo intento. Puedo cometer errores y aprender de ellos. Siempre saco conclusiones y no las repito. Pero esa es mi pregunta.
Si tuvieras que elegir un lugar al que siempre volverías…
A los brazos de mi mamá. Allí hay un mundo de paz, un paraíso. Quizás la distancia no me permita tener ese refugio ahora, pero he encontrado consuelo en su voz. Si no puedo estar en sus brazos, entonces que sea su voz; y si no es su voz, que sean los recuerdos con ella. Ese es mi lugar seguro.
Una idea que no se me quita de la cabeza es llegar al futuro y poder mirar hacia atrás y decir: “dejaste tantas huellas, Jonathan, hiciste tantas cosas, intentaste todo lo que querías” y así poder disfrutar de esto cuando ya no pueda más.