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José Güell y Renté puede que no suene familiar para muchos cubanos, pero la trayectoria de este habanero está documentada como la de “uno de los criollos más influyentes en las Cortes españolas durante gran parte del siglo XIX”.
Un artículo en la página oficial del grupo Fotos de La Habana, compuesto por historiadores, periodistas y académicos, reveló la historia de José Güell, afirmando que “a pesar del elevado nivel de su educación, su conexión e influencia en el poder procedieron de su complicado matrimonio con Josefa Fernanda de Borbón en 1848”.
A pesar de que este hecho puede hacer que se le recuerde más, no fue solo esa unión la que hizo famoso al habanero, quien se destacó por ser más que «el esposo de».
El texto señala que su nombre no solo aparece en el ámbito político, sino también en diversas colaboraciones con medios de prensa liberal y progresista, así como en la publicación de varios libros de poesía.
Pero exploremos un poco más la historia de este hombre, un “habanero de circunstancias y corazón”.
Su padre llegó a Cuba desde Cataluña y fue uno de los fundadores en 1840 de la Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Cataluña, la primera asociación de nativos de una región española que, décadas más tarde, vería su auge con la creación de los Centros Gallegos y Asturianos, entre otros.
José Güell nació en la isla, pero “siempre tuvo cerca las raíces culturales de Cataluña. Esta pertenencia a ambos mundos la mantendría durante su vida en Europa, donde se sentiría orgulloso de haber nacido en la provincia ultramarina de la Siempre Fiel Isla de Cuba, a pesar de las críticas que recibió por ello en el Senado español”, añade la publicación mencionada.
A los 17 años fue enviado a Barcelona, donde su hermano Juan se encontraba estudiando, para continuar también sus estudios superiores. En 1838, Güell se graduó de Bachiller y en junio de 1840 obtuvo su doctorado en Derecho Civil en la Universidad de Barcelona, al mismo tiempo que colaboraba con varios periódicos progresistas.
Posteriormente, regresó a Cuba por un breve periodo antes de regresar a España, donde trabajó como periodista en ciudades como Barcelona, Valladolid y Madrid.
José Güell y la infanta Josefa: La leyenda
Según relata la historia en el mencionado artículo, durante un paseo por Madrid, un andamio cayó cerca del carruaje real que estaba detenido, provocando que los caballos amenazaran con desbocarse. Ante esta situación, “el diligente José Güell actuó con gallardía y eficacia para contener a los animales”.
Fue en ese instante cuando la joven infanta quedó cautivada por la valentía y caballerosidad del joven. Ambos se conocieron a través de un amigo en común, Juan Prim, un político catalán que fue asesinado en 1870 y que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de España; este encuentro llevó a un intento de matrimonio en 1847.
La boda nunca se concretó debido a la intervención de la Reina Isabel II, quien decidió encarcelar al joven Güell en Cádiz y enviar a su prima a Valladolid con su padre.
Meses más tarde, José fue liberado y se exilió en Francia, pero nunca perdió el interés por Josefa Fernanda.
No fue hasta el 4 de junio de 1848 que, con el consentimiento del infante Francisco de Paula de Borbón, los jóvenes formalizaron su matrimonio morganático.
Al enterarse de la noticia, la Reina Isabel II despojó a la infanta de sus honores y condenó a los recién casados al destierro, apenas unas semanas después de su matrimonio.
Para entender la relación familiar, es necesario señalar que la infanta Josefa Fernanda de Borbón era hermana del Rey Consorte, Francisco de Asís de Borbón, y prima de la Reina Isabel II.
De hecho, ella fue producto del entramado endogámico de la familia, ya que su padre, Francisco de Paula de Borbón, era tío de su esposa, la infanta Luisa Carlota.
La compleja red de matrimonios, descendencias y parentescos de los Borbones es bien conocida, como ocurre con muchas familias reales. Así, tanto la infanta Josefa como la futura reina Isabel II recibieron la misma educación y se hicieron íntimas, incluso compartiendo un exilio en París y acompañándose cuando fueron abandonadas por sus respectivos esposos. Pero esa parte de la historia se narrará más adelante.
Por el momento, varios factores explican por qué la Reina Isabel II se opuso vehemente al matrimonio de su prima e íntima amiga con un plebeyo, que además era cubano y carecía de abolengo.
La joven pareja estableció su hogar en Francia y no volvió a España hasta 1855, cuando la Reina Isabel II restituyó los derechos de la infanta y les permitió residir en Valladolid.
Hasta el derrocamiento de la Reina Isabel II en 1868, José Güell continuó viajando entre España, Cuba y Francia, donde estableció su residencia permanente durante veintidós años.
En 1879, fue elegido senador por la Universidad de La Habana, momento en el cual regresó a la isla “para tomar asiento en la alta cámara, un lugar que había conquistado por sus méritos, haciéndose merecedor de tan honroso cargo entre sus compatriotas”, amplió Fotos de La Habana.
Durante su mandato como senador, Güell presentó varios proyectos de ley destinados a abolir la esclavitud, promover la educación de los negros y fomentar la riqueza de la isla.
Ese periodo también marcó el inicio del deterioro de su matrimonio, del cual nacieron tres hijos.
Por esta razón, su esposa permaneció en París, junto a su prima, la exiliada Reina Isabel II, cuya historia polémica sobre su estatua en el Parque Central de Cuba durante la época colonial muchos recordarán.
Durante su mandato como senador, José Güell fue elogiado por varios medios en Cuba y, tras su fallecimiento el 23 de enero de 1884, recibió numerosos reconocimientos por parte de la intelectualidad habanera.
En relación con la familia del cubano, la publicación citada proporciona información sobre su hermano Francisco Güell y Renté, quien estuvo a cargo de la Lotería de la Isla de Cuba en La Habana durante muchos años.
Otro de sus hermanos, Joaquín Güell y Renté, fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País y Contador de la Real Hacienda de la Isla de Cuba, y uno de sus hijos, Gonzalo Güell y Morales de los Ríos, llegó a ser embajador de Cuba en México durante los gobiernos auténticos de los años 40.
Así se recoge la historia de este habanero que alcanzó la realeza española en los años del siglo XIX. Su camino no fue fácil, pero la tenacidad del habanero le permitió conseguir su ansiado amor y una posición dentro de la sociedad española y cubana de la época; una realidad que, quizás años después, rompió el romance y creó distancias con su amada Josefa.