Foto: Luis Camacho | SGAE
Texto: Michel Hernández
José María Vitier se ha consolidado como uno de los pianistas más destacados en el ámbito de la música iberoamericana. En Cuba, ha forjado una carrera de gran prestigio que lo ha convertido en un referente ineludible para las nuevas generaciones, así como en un músico y compositor esencial en la historia cultural.
De hecho, Vitier es un artista multifacético que ha enriquecido su creatividad mediante una profunda investigación en diversas disciplinas artísticas. Un ejemplo de esto es su obra literaria, donde la música y la poesía se entrelazan con la sensibilidad más profunda del creador.
Actualmente, Vitier se encuentra en Madrid. En una breve charla a través de redes sociales, acordamos realizar una entrevista próximamente, y me compartió algunos detalles sobre su próximo concierto que tendrá lugar el 24 de noviembre en el Ateneo de Madrid, donde presentará su libro titulado Poemas, prosas y piano acompañante.
“Estoy concentrado en la promoción de estas actividades,” me comentó antes de darme paso a la charla, en medio de los preparativos para este concierto.
Ganador del Premio Nacional de Música 2021, Vitier cuenta en Madrid con una ciudad que valora su talento y su sólida trayectoria de más de cincuenta años, así como su linaje familiar que ha jugado un papel fundamental en la figura del músico que es hoy.
Vitier ha volcado su imaginación y creatividad especialmente en la historia del cine cubano. Existen en la memoria de los cubanos obras que han marcado hitos en la evolución del séptimo arte en la isla. Destaca, por su significado cultural, político y social, así como por la perfecta fusión entre música y narrativa, la banda sonora de Fresa y Chocolate, un filme que, como bien se sabe, fue un parteaguas en la cinematografía cubana.
Su trayectoria y contribución a múltiples artes son realmente amplias, sin embargo, en su catálogo existe una obra que quizás no sea muy conocida: la música de El poeta, de la Danza Nacional de Cuba—actualmente conocida como Danza Contemporánea de Cuba—, la cual fue reconocida en 1986 por la crítica española como el mejor espectáculo extranjero presentado en España en homenaje al 50 aniversario de la muerte de Federico García Lorca.
A sus 70 años, el cubano ha mantenido lazos estrechos con músicos de la isla, con quienes ha sentido una profunda identificación estética y cultural. Uno de ellos fue el cantautor Pablo Milanés, con quien grabó el álbum Canción de Otoño, que ambos presentaron por primera vez en 2015 en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba.
En los días previos a la presentación, Vitier me comentó: “Este álbum es el más autobiográfico de mis discos; es muy íntimo y refleja una etapa crucial de mi vida personal y sentimental. Por ejemplo, hay una canción que compuse hace 30 años, Tus ojos claros, que Pablo estrenó”.
El disco está compuesto principalmente por obras de Vitier interpretadas por el autor de Yolanda. “Pablo siempre ha estado cerca de mi obra y ha dejado su huella en mi trayectoria. En los años 90, grabó un disco con mis canciones infantiles junto a la directora coral María Felicia Pérez, un proyecto que se convirtió en mi primer CD. Sin duda, es un privilegio crear este nuevo disco junto a él,” agregó.
La amistad entre ambos se remonta a una época que Vitier recuerda con cariño. Tenía 14 años y acompañó a Pablo en el piano en la canción Hombre que vas creciendo, uno de los clásicos del trovador, de quien se cumplirán dos años de su fallecimiento el próximo 22 de noviembre.
“La idea final del disco nació hace un año, pero nuestra unión musical se ha forjado durante décadas. Durante los años 80, interpreté algunas composiciones de José María que aparecen en este trabajo que por fin hemos concretado. Siempre me han parecido maravillosas. Después de tanto tiempo y tantos intentos, lo hemos logrado. Desde que José María me mostró la primera canción, nació el sueño de que algún día interpretaríamos a piano y voz sus hermosas composiciones. Estoy muy satisfecho, aunque siempre, al repasar lo grabado, surgen detalles que notamos que podrían haber salido mejor,” me comentó Pablo.
No cabe duda de que cada presentación de Vitier se convierte en una oportunidad no solo para disfrutar de un pianista que representa un segmento significativo de la cultura cubana, sino también para reconocer la sensibilidad y el talento de un músico que defiende con orgullo la escuela pianística de la isla en los escenarios más destacados del mundo. Y su cercana actuación en el Ateneo de Madrid es un claro ejemplo de ello.