La atrapo en el descenso | Pelota Cubana

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Texto y Foto: Manolo Vázquez

Si todo fuera como lo expresa la popular canción de Gilberto Santa Rosa, estaríamos bien. Sin embargo, la situación de la pelota cubana es diferente, ya que ha caído al puesto 11 en el ranking de la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol (WBSC), un lugar inédito para el equipo de las cuatro letras desde la creación de dicho listado.

A pesar de que esta noticia sorprendió a muchos, no era tan difícil de prever. En los últimos años, cada competencia internacional que hemos disputado nos ha dejado un sabor amargo. Ha habido varios eventos en los que el Team Cuba ha pasado desapercibido, y en ocasiones con razones suficientes para reivindicar al menos la tradición que tenemos en este deporte, como fue el caso de los clasificatorios olímpicos hacia Tokio 2020, un evento del que no estamos acostumbrados a ausentarnos. De hecho, por primera vez se jugará béisbol en una competencia estival sin la representación de un equipo de la mayor de las Antillas, desde que esta disciplina se introdujo en Barcelona 1992.

No obstante, los fracasos recurrentes no son solo una casualidad. En el fondo, donde el frío de los aires acondicionados mantiene frescos a los directivos del llamado “pasatiempo nacional”, los errores son aún más notorios que en el terreno de juego.

Para comenzar, las series nacionales (el torneo de béisbol más importante de nuestro país) han decaído al punto de parecer un auténtico juego de improvisación, donde se batea sin técnica, no hay especialización en el pitcheo y los managers parecen dirigir como si retrocediéramos a los años 80, década de la cual solo estaríamos interesados en rescatar la música (y, quizás, también las pizzas, la malta de pipa y la carne rusa…).

Sin embargo, lo cierto es que tras la derrota del favorito Matanzas en la final de la Serie 60 ante Granma, el premio por haber jugado considerablemente (una estrategia casi extinta en el béisbol moderno) y avanzar por las bases fue otorgar la dirección del equipo que buscaba el boleto a las olimpiadas en Florida, Estados Unidos, a Armando Ferrer.

Lo que ocurrió después ya lo conocemos. Cuba se quedó sin ninguna opción tras las dos primeras salidas. Venezuela y Canadá fueron las causantes de esta eliminación, aunque sin desmerecer, se notó que tampoco habíamos estudiado con profundidad a esos oponentes, que fueron anunciados meses antes. Ellos, en cambio, sí se prepararon para nosotros. La utilización del video y la estrategia de pitcheo frente a cada bateador deberían ser componentes fundamentales en la preparación de un equipo, pero en Cuba seguimos utilizando métodos rudimentarios.

Es muy probable que tengamos un entrenador de natación en Canadá que ha observado jugar a Erick Wood, por ejemplo, el antesalista y principal verdugo de nuestro equipo en los últimos tres encuentros con los norteamericanos (7-5 antes del preolímpico y 4-2 en esta última competición). Probablemente eso sea suficiente, pues un simple cubano residente en ese país, con algo de conocimiento en béisbol, puede estudiar a los contrincantes que enfrentará el equipo que representa a toda una cultura. Luego, solo se necesita una llamada telefónica para que toda la escuadra conozca quién será su rival en la próxima batalla.

Disculpen mi ironía, pero, aunque pueda parecer una exageración, estas tácticas no están lejos de la realidad. Sentarnos frente a un televisor a analizar ángulos de bateo y pitcheo perjudiciales no es parte del protocolo de trabajo de ninguna delegación en la isla en estos días, y me atrevería a decir que en casi ningún deporte. Aquí se entrena como cualquiera podría hacerlo en su gimnasio personal. Y así como se juega en el parque de la esquina, se practica entre los preseleccionados nacionales, que, en muchos casos, como sucedió en la última concentración, no contaban con un director técnico asignado, a solo días de viajar al preolímpico estadounidense. Me pregunto: ¿Quién daba las instrucciones durante esas jornadas críticas? ¿Cuántas jugadas tácticas se prepararon? ¿En qué medida dependemos de la espontaneidad?

Precisamente, las lagunas de pensamiento han sido una constante en las derrotas más allá de nuestras fronteras. Y, por supuesto, también en la serie nacional, que en última instancia refleja lo que sucede cuando ponemos un pie en el avión y nos enfrentamos a equipos extranjeros.

Cuando perdimos la corona en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia, en 2018, ya era momento de empezar a correr y reestructurar desde la base toda la parafernalia del principal deporte de nuestro país. En aquel entonces aún manteníamos un quinto lugar en el ranking, que hoy nos excluye de los 10 primeros puestos.

Sin embargo, un año después, todo se desplomó. El 2019 fue devastador para la pelota cubana. Descendimos hasta el octavo puesto y todos conocemos las razones de esta caída. Aunque este medidor toma en cuenta los resultados desde la categoría sub-12, basta recordar el papel miserable en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y en el Premier 12, evento al cual pronto no podremos asistir, ya que estamos a poco de descender dos puestos más, si seguimos por este camino. Es urgente que los estudios que eran válidos hace décadas, cuando aún jugábamos con bates de aluminio y competíamos contra equipos amateurs, se adapten al béisbol moderno y a las competiciones actuales, donde el profesionalismo es la norma.

Al parecer, “el béisbol se parece a la vida”, como bien dice el dúo Buena Fé, y hay que reconocer que estamos saturados de métodos arcaicos en cada rincón de esta nación, como si se tratara de sal en el mar, en medio de esta isla que tantas veces parece navegar a la deriva. La pelota no es más que otro bastión, que pronto será declarado Patrimonio Cultural, y, sin embargo, se ha desplomado como un edificio de la Habana Vieja, sin que nadie pueda evitar que caiga, como diría el salsero de Puerto Rico, nación que, por cierto, ocupaba el puesto 11 cuando nosotros éramos quintos, así que seguramente ellos también se beneficiaron de nuestro descenso.

Es cierto que la fuga de peloteros nos ha afectado considerablemente, pero esa no es la justificación aquí, aunque ese será un tema para otro análisis.

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