Foto: Roy Leyra | CN360
Texto: Hugo León
Sin tener en cuenta las avenidas principales de La Habana, que son utilizadas por las figuras más importantes del país y que, por ende, se mantienen relativamente limpias, es casi imposible encontrar una calle en la ciudad que esté razonablemente limpia y en buenas condiciones.
En numerosas esquinas de la urbe, la más habitada de Cuba, se acumulan desechos de manera incontrolada, tanto dentro como fuera de los contenedores plásticos de basura, y también se desbordan los ampiroles situados en los barrios para la recolección de desperdicios.
Para tener una idea más clara de la situación de la ciudad, es necesario considerar los baches en las calles, las irregularidades en las aceras y los contenes, los miles de edificios sin pintar o en pobre estado constructivo, con muros semiderruidos y balcones agrietados, y las muchas calles cerradas por trabajos de alguna empresa, además de los fuertes olores que emanan de las zonas donde se acumula la basura.
Todo lo anterior duele particularmente a quienes conocieron La Habana en épocas más gloriosas, recordando que poco a poco se ha ido desvaneciendo el esplendor que la ciudad celebró en su quinto centenario en el no muy lejano 2019.
Higiene y salubridad en la mayor urbe de Cuba
Si bien estéticamente la ciudad presenta un panorama desalentador, el costo de esta situación para la salud de sus habitantes y los visitantes, incluidos los turistas que a menudo prefieren pasear por sus calles en lugar de alojarse en hoteles, es aún mayor. Muchos de ellos regresan con tristes imágenes que reflejan el estado del territorio.
Una doctora habanera, consultada regularmente por Cuba Noticias 360 en temas de salud, recordó que el año pasado las autoridades del país lanzaron múltiples alertas por la situación sanitaria de la isla, con miles de casos de dengue reportados a diario en varias provincias, incluida La Habana.
Las vías de propagación de esta enfermedad, transmitida por el mosquito Aedes aegypti, son conocidas por los cubanos. Este insecto, responsable además del chikungunya, el zika y la fiebre amarilla, prospera en lugares donde se acumula agua, como charcos o puntos de fuga, y los espacios poco limpios lo atraen fácilmente.
En septiembre de 2022, el Ministerio de Salud Pública consideraba que el riesgo de contraer dengue era alto en todo el país, y La Habana figuraba entre las provincias con la mayor tasa de incidencia de casos sospechosos y con un gran número de focos de este mosquito.
El Gobierno cubano ha declarado en varias ocasiones que el dengue representa la problemática higiénica más grave que enfrenta el país.
Asimismo, la acumulación de desechos propicia el crecimiento de otras plagas, como roedores y cucarachas. Medios especializados sostienen que los vertederos a cielo abierto en lugares inapropiados facilitan la posible diseminación de enfermedades, además del claro deterioro estético e higiénico de las ciudades.
Vale la pena destacar que el incremento de microvertederos con residuos urbanos en La Habana no es un fenómeno reciente. En 2021, las autoridades de la capital ya mostraron preocupación por esto, destacando a Guanabacoa, Playa, Plaza de la Revolución, Arroyo Naranjo, Boyeros, 10 de Octubre y Centro Habana como los municipios más afectados.
Dos años después, las redes sociales están repletas de quejas sobre esta insalubre situación, así como fotografías que sirven de denuncia. Algunos humoristas cubanos, como Telo González, Pipe y Otto Ortiz, incluso «compitieron» para ver cuál de sus barrios tenía más basura acumulada.
¿Y las inversiones y los camiones que deben recoger la basura?
Desde 2019, La Habana ha recibido al menos 120 camiones recolectores de desechos sólidos como donaciones, sin necesidad de pagar por ellos. Estos vehículos han sido proporcionados por Japón, Austria y otras naciones, pero no son suficientes debido a la falta de combustible, las averías y la carencia de piezas, entre otros problemas.
De mayor relevancia que la llegada de nuevos camiones fue el anuncio en 2018 de una inversión extranjera de 700 millones de dólares para la gestión integrada de residuos sólidos, que inicialmente se implementaría en La Habana y se extendería gradualmente a Matanzas, Holguín, Villa Clara, Santiago de Cuba y Camagüey.
Hasta donde se ha informado, la licitación para La Habana se cerró y estaba en proceso de aprobación por el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera.
En 2019, se reestructuraron los Servicios Comunales de la capital con la creación de 15 empresas (una por cada municipio) para dotar a los territorios de mayor autonomía y capacidad de gestión, con el fin de asegurar la efectividad en la recolección de residuos sólidos. Sin embargo, la falta de recursos y otros desafíos han mermado esta iniciativa.
Más allá de los equipos, la responsabilidad de las personas también pesa
Resulta más sencillo arrojar las bolsas de basura desde los balcones o terrazas de edificios multifamiliares a las áreas comunes, o dejarlas en la esquina, en lugar de llevarlas hasta los tanques de basura. Esta triste conducta es algo que muchos han observado al menos una vez y se añade a los ya serios problemas que enfrenta el gobierno y el país para gestionar los desechos.
Difícilmente a alguien le gustaría que su casa apestara a basura o se viera sucia por las bolsas de desperdicios acumuladas. Entonces, pensar en la ciudad como “la casa más grande de todos” podría ser un incentivo para abordar el problema que aflige a la urbe.
Asimismo, es notable una especie de competencia histórica entre los cubanos para determinar qué ciudad es la más limpia. En las regiones centro y este del país, por ejemplo, las calles a menudo están más cuidadas y limpias que en la propia capital.
A lo largo de los años, esto ha llevado a que quienes han nacido fuera de La Habana comenten sobre la cuestión de la cultura cívica de los habaneros. Sin embargo, con la llegada de decenas de miles de cubanos de diferentes provincias a la mayor urbe del país, sería poco prudente atribuir el problema únicamente a los habaneros de nacimiento, ya que muchos provienen de Camagüey, Santiago de Cuba, Guantánamo y otras localidades, quienes generalmente admiten que su lugar de origen es más limpio.
Hoy en día, y dada la crisis que atraviesa Cuba, es ilusorio pensar que haya una solución rápida y mágica a la problemática de la basura en La Habana y en otros lugares del país.
Quizás la solución empiece por pequeños, pero necesarios, esfuerzos individuales: deshacerse de esa jabita que a veces se deja en el lugar incorrecto, o esperar un par de días más para botar esos pedazos de madera guardados desde hace años, en vez de lanzarlos a cualquier rincón de la “Ciudad Maravilla” donde residen más de dos millones de cubanos.