La ilusión en torno al dinero.

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Fotos: Jorge Luis Borges

Texto: Manolo Vázquez

Acceder a un banco en Cuba no es tarea fácil. Es evidente que levantarse temprano sería la mejor alternativa, para intentar llegar a la caja antes del mediodía.

Y no estoy exagerando, la famosa reforma monetaria, de la cual se ha hablado en la Isla durante varios años, finalmente mostró sus pequeños “ojitos verdes” a la vista, y la población se lanzó con fervor hacia esas entidades, porque no hay otra opción.

Los medios estatales dieron cobertura a las declaraciones de Marino Murillo, quien comentó en el programa televisivo Mesa Redonda que se llevaría a cabo la devaluación de la moneda nacional y se eliminaría el CUC cualquier día primero de un mes. Así de “espontáneo” sería ese día cero.

Lo cierto es que nada de esto parece beneficiar inmediatamente a los cubanos comunes. Aquellos que deben levantarse al amanecer para intentar asomarse en la codiciada ventanilla de cristal.

Un factor que juega a favor de las largas colas son las famosas tarjetas para recibir moneda dura desde el extranjero. Son extremadamente necesarias, ya que cada vez más establecimientos exigen pagar de esa manera. Sí, porque los billetes nunca llegan a manos de sus dueños.

Y las filas son cada vez más extensas. El misterio del burocratismo nos persigue desde 1959, y otra muestra de ello son las cuentas fiscales que el Estado obligatoriamente abrió a todos los cuentapropistas.

En ellas, mediante una tarjeta magnética, estos trabajadores deben depositar lo que recaudan en sus negocios, para que el gobierno retire el impuesto mensual. Al final, lo que quede en la cuenta puede ser retirado por el trabajador, quien generalmente declara menos de lo que gana, porque es lógico, donde se da se lleva, y si te relajas, puedes caer en la ruina, aunque con algunas excepciones según los tipos de negocios.

Sin embargo, la última novedad es que en muchos bancos, al menos en La Habana, las tarjetas que controlan estas cuentas fiscales han caído en el olvido. Los mismos empleados del banco prefieren que el cliente traiga el dinero en efectivo, porque cuando se inserta “no cae”, término que utilizan para decirnos que el depósito tarda en acreditarse en la tarjeta, y en otros casos afirman que ni siquiera pueden verificar el saldo, algo realmente increíble.

Pero la historia no termina ahí. Cuando logras comprobar que la tarjeta magnética recibió el dinero, entonces debes completar el trámite pagando el mencionado impuesto, que es del 10 por ciento de las ganancias más el valor de la licencia que se abona cada mes, sin excusas, aunque no hayas tenido ningún beneficio monetario en tu labor.

En resumen, el mar de la burocracia nos devora cada día más, como un tsunami descontrolado y hambriento. No basta con proponerse ser un “emprendedor”, término que algunas fuentes utilizan en Cuba para aquellos que deciden iniciar un negocio particular, sino que hay que lidiar con todo un aparato que opera en cámara lenta, no solo llevándose nuestro dinero, sino también nuestro valioso tiempo.

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