La importancia de un meme

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En estos días, la mayoría de los cubanos está familiarizada con el caso de «dos felpitas». Si no han seguido de cerca el incidente de una mujer que, al abrir un paquete de felpitas de un lote de 50, se dio cuenta de que le faltaban dos, es casi seguro que sus redes sociales se han inundado de memes sobre el tema.

El meme es un fenómeno exclusivo del siglo XXI, un contenido creativo que los seres humanos han ideado como medio de expresión condensada para transmitir un sentimiento, una opinión o una postura.

En Cuba, se podría especular que tiene antecedentes en la ilustración, el dibujo y la historieta. Conocida como «el país de la cigüaraya» o el reino del choteo, es razonable pensar que este «dispositivo» resonaría profundamente en la comunicación diaria. Sin embargo, la realidad es que esto no tiene relación directa con el tema.

El meme es una tendencia global. Mientras que en el resto del mundo grandes medios de comunicación remuneran a creativos, periodistas y comunicadores para que realicen memes para sus plataformas sociales, en Cuba los memeros y las memeras (es decir, las personas que crean memes) se presentan «silvestres», como esa expresión que se da en una cola, en esas conversaciones exaltadas que jamás logró capturar Abela con su «Bobo», ni pudo ejemplificar más allá de un extenso ensayo Jorge Mañach.

Como es habitual, el gobierno teme a los memes y lidia con ellos mediante la vigilancia. Aunque siempre se ha especulado que el poder cubano utiliza el humor como una válvula de escape para que las personas se rían de sus dificultades en lugar de racionalizarlas, la verdad es que no comprenden del todo los memes, quizás porque quienes gobiernan la nación son personas mayores. Tampoco aprecian que sus figuras históricas sean transformadas en memes. Pero no pueden evitarlo, porque lo mejor del meme es que no requiere de un talento sublime, ni un trazo refinado; con una aplicación y, eso sí, mucho ingenio (que no todos poseen), se genera un meme.

Con esta última afirmación no minimizo a quienes han dedicado su vida en las redes a la creación de memes. Por el contrario, ellos tienen lo mejor del ingenio de una sociedad; eran el niño o la niña cómica del aula, quienes siempre lanzaban el chiste que hacía reír a todos. Ese es el memero de hoy. Ese es quien comenzó a crear memes para protestar por la tarifa eléctrica; quien inició las críticas a la Comisión de béisbol cuando se quedaron los primeros peloteros en el Sub-23; ese memero o memera ha inmortalizado a Lilian y «sus felpitas».

Como toda invención humana, también existe un lado negativo. Los memes han sido utilizados en ocasiones para practicar el ciberacoso, pero una vez más, no es el producto en sí lo que es negativo, sino el uso que la humanidad hace de él.

Por ahora, en Cuba, los memes y sus creadores alegran el día, transmiten ideas de forma más rápida y sencilla que un post en cualquier red social. Y aunque están destinados a ser efímeros, como todo lo que se relaciona con las redes y la información, pregunto: ¿cuántos memes tienes guardados en tu celular para ver después?

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