Foto: Jorge Luis Borges
Texto: Viviana Díaz
Entre las eternas obligaciones del estado cubano hacia su población se encuentra el pan. La obtención de este alimento en panaderías estatales siempre ha sido parte de las principales quejas ciudadanas, especialmente en lo que respecta a su calidad.
Las quejas llegaban desde todos los rincones, inmortalizadas en frases populares cargadas de desconfianza y en el célebre monólogo de Luis Silva, interpretando a su personaje Pánfilo.
Tras el llamado ordenamiento monetario, a la problemáticas de calidad se sumó el incremento de precios y, para colmo, la insatisfacción de la demanda.
En cualquier momento, especialmente durante las horas pico, se pueden observar largas filas para adquirir este producto en todas las panaderías estatales. La complicada situación que siempre ha existido ha sido agravada por la pandemia de coronavirus, y se puede medir a través de estas aglomeraciones.
Las filas interminables para comprar este producto y otros similares, como las bases de pizza, son vistas por algunos como la auténtica imagen de la provisión, o más bien, escasez de alimentos en Cuba. Lo que hay parece no ser suficiente para todos.
Existen rumores sobre problemas en el suministro de materias primas, pero no hay declaraciones oficiales que confirmen que ese sea el origen del problema.
Sin embargo, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz, admitió en la Mesa Redonda del 4 de enero que hay diversas irregularidades en la producción de pan en el país que afectan su calidad.
Entre estas irregularidades, un informe del Ministerio de la Industria Alimentaria mencionó la falta de instrumentos de medición, principalmente balanzas; las malas condiciones higiénicas en algunas unidades; el recibimiento de materias primas sin certificación de conformidad; y el incumplimiento de los porcentajes establecidos de materias primas.
Sin embargo, esto poco tiene que ver con las largas colas y el incumplimiento de la demanda.
Quizás algunos factores, resaltados después de las más de 231 inspecciones a la producción de pan llevadas a cabo por la Oficina Nacional de Inspección Estatal en toda Cuba, estén influyendo: la obsolescencia tecnológica y las irregularidades en el tiempo de distribución del producto de la panadería a los puntos de venta.
Sea cual sea la razón, parece que los cubanos seguimos preocupándonos por la situación alimentaria en el país, y el pan seguirá siendo el eterno protagonista de nuestras surrealistas odiseas.