Foto: Jorge Luis Borges
El parlamento cubano está a punto de ratificar una Ley de Fomento y Desarrollo de la Ganadería, la cual podría convertirse en una herramienta valiosa para la revitalización y crecimiento de lo que ha sido considerada, por expertos, como la actividad más estancada dentro del sistema agrícola del país.
La crisis de los años 90, ese punto de inflexión que afectó profundamente todos los aspectos de la sociedad y la economía nacional, también tuvo repercusiones en la ganadería insular. Desde entonces, esta ha estado al borde de la subsistencia, a pesar de los múltiples programas que a lo largo de estas décadas han buscado estabilizarla. La reciente autorización para el sacrificio, consumo y venta de carne, aunque generó expectativas, tampoco ha logrado proporcionar suficiente proteína a la población cubana promedio.
El proyecto de ley que se presentará para su evaluación por los diputados está en línea con el cronograma legislativo aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular. Se trata de un marco legal que busca facilitar la transformación de un sector que actualmente se encuentra en declive.
Recientemente, la norma jurídica fue discutida con un conjunto de ganaderos experimentados de todo el país. Se espera que muchas de las observaciones y propuestas de cambio surgidas de estos diálogos ayuden a enriquecer la futura ley, que, aunque no podrá multiplicar las cabezas de ganado de manera instantánea, sí se convierte en una herramienta para que los productores superen obstáculos en crianza, reproducción, genética, control pecuario y comercialización.
A pesar de que el hurto y sacrificio de animales continúa siendo un problema sin resolver, no es el problema central de la ganadería cubana. Según datos oficiales, mientras se sacrifican ilegalmente alrededor de 40,000 reses, más de 200,000 mueren por otras causas. Reconocer que una cantidad tan considerable de vacas muere de hambre es un hecho doloroso pero necesario.
Tanto el hurto y sacrificio como la falta de recursos que asfixia a la ganadería nacional no se solucionarán únicamente con la aprobación de la ley. No se debe esperar que, al entrar en vigor la norma, aumenten de inmediato la producción de leche y carne que tanto demandan los cubanos.
La recuperación de los potreros y de las granjas de cría y reproducción, ya sean estatales o privadas, dependerá de aspectos fundamentales que también afectan al resto de la economía nacional: una inyección significativa de financiamiento, un respaldo material eficiente, cambios en los modelos de gestión de los recursos existentes y, sobre todo, una mayor atención a las necesidades de los dueños de los animales.
Si la ley se queda solo en el papel de la Gaceta Oficial y no se buscan formas de implementarla, la Ley de Fomento y Desarrollo de la Ganadería podría convertirse en un ejemplo del refrán popular: “Para la leche que da la vaca, que se la tome el ternero”.