La primera celebración del Día de las Madres a través de videollamada.

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Foto: Cuba Noticias 360

Texto: Hugo León

Al emigrar, hay algunas cosas que se clarifican, y una de ellas es sin duda que se experimentarán múltiples cambios, y que los desafíos emocionales serán incluso más significativos que los logísticos y materiales. Explicado de esta manera parece sencillo, pero el verdadero problema surge cuando se acercan las fechas significativas que antes se celebraban en Cuba con la familia.

Para muchos, las pruebas más duras de la emigración no están vinculadas con el idioma, encontrar empleo o adaptarse a una nueva vida, sino que ocurren cuando llegan las fechas especiales como el Día de las Madres, momento en el que se dan cuenta de que no estarán físicamente junto a mamá o abuela.

Esta situación resulta especialmente dolorosa para quienes emigran por primera vez, ya que están acostumbrados a conmemorar estas ocasiones en familia. La experiencia de no poder estar con mamá en su día puede ser realmente abrumadora.

Varios días antes, uno comienza a prepararse, pero cuando llega el domingo, aunque se intente ignorarlo, la dura realidad de la distancia y la separación golpea de repente. A pesar de que se trate de mantener la conexión a través de videollamadas, no hay nada que sustituya el poder abrazar a tu mamá y decirle cuánto la quieres en persona.

Según expertos, la distancia puede intensificar la nostalgia y hacer que se recuerden con mayor fuerza los momentos vividos en el pasado, incluidas las celebraciones y fechas especiales. Esto representa un desafío aún mayor para un recién emigrado.

Sin embargo, los estudiosos también coinciden en que, además de la tristeza y la nostalgia, también se puede experimentar un profundo sentido de gratitud hacia los seres queridos, tomando conciencia de la fortuna que es tener a nuestros seres queridos vivos, aunque sea a la distancia.

Afortunadamente, la tecnología actual facilita el envío de “felicidades mamá” durante el Día de las Madres, ya sea a través de llamadas, mensajes o videollamadas. Pasar todo el día “pegado al teléfono” puede ser perjudicial, pero momentos como este nos recuerdan que los celulares también nos han ayudado a mantenernos más conectados y cercanos.

La esperanza, más allá de los teléfonos móviles y las videollamadas, es que la distancia sea solo temporal y que en el futuro habrá oportunidades para celebrar juntos. Esa esperanza es la que albergan cientos de miles de cubanos que el pasado domingo tuvieron que decir “felicidades mamá” a una pantalla, desde lejanas geografías a las que llegaron huyendo de la crisis.

Por otro lado, más que una esperanza, hay un hecho: mamá comprende. Aunque la ausencia de su hijo o hija le duela, su sufrimiento nunca es mayor que su felicidad por el bienestar de su descendencia. Quizás por eso, aunque la llamada haya sido difícil, queda la certeza de que el amor y el apoyo incondicional están ahí, sin importar la distancia física.

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