Foto: El País
Texto: Alejandro Varela
Por primera vez en la historia, el entorno del fútbol se unió en un solo frente para desmantelar, en poco más de 48 horas, la controvertida propuesta de una Superliga de fútbol compuesta por los grandes clubes de Europa.
La iniciativa, liderada por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, se encontró con el rechazo unánime de jugadores, equipos, aficionados, medios de comunicación, organizaciones e incluso gobiernos de varios países involucrados.
El domingo, un grupo de doce equipos autodenominados Clubes Fundadores -entre los que se encuentran Real Madrid, Barcelona, Atlético, Inter, Milán, Juventus, Liverpool, Chelsea, Arsenal, Tottenham, Manchester City y su vecino Manchester United- se presentaron públicamente como los salvadores del fútbol, en medio de una crisis exacerbada por la pandemia de la Covid-19.
Sin embargo, parece que no entendieron que el fenómeno futbolístico es global. El fútbol, conocido como el deporte más universal, sigue siendo un negocio que ha continuado generando ingresos, aunque no al ritmo vertiginoso que había sido habitual.
La propuesta deportiva consistía en establecer un torneo elitista con al menos 20 participantes que se enfrentarían entre sí cada año. De esos equipos, alrededor de 15 estarían fijos, mientras que se implementaría un sistema de ascenso y descenso para otros cinco clubes de segunda categoría que conseguirían el anhelado lugar en sus respectivas ligas nacionales.
No obstante, había también un trasfondo económico: la idea era llenar las arcas de los clubes con dinero que iría a parar a las cuentas de los organismos internacionales. Este torneo iba en contra de la Champions y la Europa League, por lo que se esperaba que su lanzamiento generara una confrontación de poderes sin precedentes.
Las entidades reguladoras del fútbol, que serían las más afectadas, fueron las primeras en expresar su repulsión. Desde calificativos como «liga separatista» hasta un sinfín de insultos dirigidos a los clubes fundadores, la firme oposición presentada por la FIFA y, sobre todo, por la UEFA, a través de su presidente Aleksander Ceferin, se convirtió en uno de los pilares que empujó a la naciente competición al borde del fracaso.
El momento decisivo llegó cuando, tan solo un día después del anuncio, los seis clubes ingleses implicados se retiraron de forma conjunta ante la inmensa presión surgida en el país donde se originó el fútbol. Esta decisión fue incluso celebrada por el primer ministro británico, Boris Johnson, conocido por siempre tener una opinión y, en este caso, uno de los primeros líderes políticos en condenar la propuesta.
Además, contribuyó al colapso del proyecto que otros clubes destacados de Europa, como los dos finalistas de la última Champions League, Bayern Munich y París Saint Germain, no formaran parte de la propuesta original. Sin mencionar a otros clubes que, aunque no están en la élite actual, han tenido un pasado brillante a nivel continental, como Ajax, Benfica, Dortmund o Marsella, por nombrar solo algunos. Grandeza y una rica historia.
Con la salida de esta mitad de la flota, comenzó la cuenta regresiva para que el resto abandonara el barco. Así fue que, este miércoles, los tres clubes italianos se unieron al motín, seguidos poco después por el Atlético de Madrid. Al timón del vapor en peligro sólo quedaron los dos gigantes del fútbol mundial: Real Madrid y Barcelona.
Rivales históricos en el campo, pero socios firmes en las oficinas, las dos entidades españolas enfrentan la situación de maneras diferentes. El club blanco será el último en abandonar el barco, dado que su presidente, Florentino, es el principal promotor y defensor de la Superliga. En Cataluña, no obstante, no se ha hecho declaración alguna y todos alrededor del club se muestran cautelosos.
La realidad es que esta menospreciada competición podría haber sido el salvavidas para el Barcelona, que navega a través de una deuda multimillonaria, la máxima prioridad para el nuevo presidente, Joan Laporta, además de la renovación de Lionel Messi. Sin embargo, el experimentado ejecutivo deberá buscar otra forma de salvar a su valorada entidad, ya que este plan no será la solución.
Otros líderes de clubes implicados, como el vicepresidente del Manchester United, Ed Woodward, y el presidente de la Juventus, Andrea Agnelli, ya han perdido sus puestos en medio de esta frustrante operación, aunque aún es temprano para evaluar el impacto y las consecuencias reales, dado que constantemente surgen nuevos acontecimientos.
Por el momento, el fútbol tal como lo conocemos ha escapado de este engendro que, a excepción de enriquecer a algunos, no ofrecía ningún beneficio para el deporte más popular del mundo. Sin embargo, el proyecto no surgió de la nada y con un propósito vacío. Lo acontecido debe servir como lección; es necesario cambiar la manera en que se gestiona el negocio del fútbol hoy en día, para que no todo gire en torno al dinero.
Lo que parecía ser una serie interminable de acontecimientos, puede que se quede en una simple película, aunque marcada por lo impactante. La Superliga de Florentino se desvaneció, pero su explosión solo movió los cimientos. Las próximas horas serán cruciales para entender cómo quedó realmente la estructura.