La verdad dentro de un grupo de WhatsApp.

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Foto: Reuters

En la actualidad, casi todos los cubanos cuentan con al menos tres grupos de WhatsApp: el de la comunidad, el de la escuela primaria y el del preuniversitario. Estos pueden variar, tal vez algunos tengan el de la Universidad o incluso uno distinto: el de “los bestis”. Todos comenzaron con la euforia de “la internet en Cuba”, y ahora son más que una simple moda, son fundamentales.

A medida que pasa el tiempo, más miembros del grupo anuncian su nuevo destino. Pasa el tiempo, y Rachel deja de participar en el chat; unos días después, alguien opta por preguntar a Laura, quien seguramente sabe qué sucede; y efectivamente, ella tiene la información, pero no puede compartirla. Aún no, porque dentro de unos días, cuando Rachel “se entregue”, podrán decirlo: Rachel se fue a “ver los volcanes”, una expresión que se ha vuelto cada vez más común.

Hace al menos cinco años, “el irse” era un proceso estructurado. Aunque no era algo para anunciar a los cuatro vientos, seguía un ciclo, había amigos a los que despedir, vecinos a quienes donar objetos: hoy eso ya no es posible. Actualmente, casi todo debe, y en realidad, se espera que sea vendido para reunir el dinero necesario para la peligrosa travesía, y sobre todo, la mayoría de las acciones deben llevarse a cabo en secreto, ya no se sabe si por el temor a que no se dé la oportunidad, o porque hay un verdadero riesgo de que fracase el viaje que se inicia.

Mientras tanto, en el grupo de WhatsApp se comparten recuerdos, buenas noticias y felicitaciones en fechas especiales. Se discute sobre el mundial de fútbol o si falta “fulanita” o si Carlos y Lucía siguen en pareja. Casi nunca se conversa sobre política, para qué hacerlo, es un grupo de WhatsApp, no es el lugar adecuado, o no habría espacio ni caracteres suficientes para expresar todo lo que se desea. Eso sí, los memes políticos son otro asunto…

Se ha afirmado que la mayoría de los cubanos no emigran por motivos políticos, sino por razones económicas, por el deseo de llevar una vida digna, tener unos ahorros para planear unas vacaciones o poder comer lo que deseen. Pero mientras circulan los “emojis” y los “stickers” en el grupo de WhatsApp, se piensa: ¿hasta cuándo durará esto? Ese “esto” cada vez más prolongado, ese “esto” que no importa en qué momento te uniste al grupo, ya estaba presente.

La vida se ha entrelazado en ese grupo de WhatsApp: recuerdos, promesas, deseos, distancias, que aunque se diga que con el teléfono y los datos se acortan, en el fondo de tu teclado sabes que muchas veces las caras congeladas y los puntos verdes son más reales que la persona que te observa desde el otro lado de la sala preguntándose: ¿de qué se reirá este?

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