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Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Con el objetivo de asegurar los nutrientes necesarios para sus hijos, los padres cubanos se enfrentan a una situación de desesperación. La escasez crónica, los precios exorbitantes que siguen en aumento y, para colmo, los apagones que arruinan lo poco que logran conseguir, han llevado a los progenitores de la isla a una situación insostenible.
A este angustiante panorama se suma otra preocupación considerable: la merienda escolar, que no solo representa una pausa para alimentarse, aunque sea de forma modesta, entre clases; sino que también es crucial para mantener la concentración, el rendimiento académico y el bienestar general del estudiante.
Aunque el Ministerio de Educación proporciona el almuerzo —que cada vez es menos abundante y de peor calidad— para los estudiantes internos o seminternos, los niños que asisten a escuelas primarias y secundarias diurnas deben llevar su refrigerio desde casa. Esta realidad, en un país donde el acceso a alimentos básicos se vuelve cada día más complicado, ha obligado a las familias a reinventar sus rutinas y estrategias.
No obstante, a pesar de las dificultades, los padres cubanos están encontrando alternativas creativas y solidarias para asegurar que sus hijos no vayan a clases con el estómago vacío.
1. El pan de la bodega, que ha dejado de ser “el pan nuestro de cada día”: Muchas familias cubanas reservan el pan de la bodega, a menudo criticado por su calidad y bajo gramaje, para las meriendas de sus niños. Aunque su producción ha sido inestable en los últimos años, es el alimento más fiable, lo que lleva a padres y abuelos a renunciar a su propia cuota para asegurar la merienda de sus pequeños.
2. El trueque y la solidaridad entre vecinos: En barrios y comunidades, las redes de apoyo continúan siendo un pilar fundamental. Muchos padres recurren al intercambio de productos entre vecinos: azúcar a cambio de pan, huevos por leche en polvo, o incluso meriendas listas a cambio de otros servicios.
3. Ofertas en negocios privados: Con el crecimiento de las bodeguitas de barrio, se ha creado una red informal de vendedores que ofrecen panecillos con jamón, dulces, jugos y otras meriendas preelaboradas. Aunque son convenientes, estos productos son inaccesibles para muchas familias. Un pan con jamón, que puede costar más de 300 pesos cubanos según la ciudad, no es una opción viable para muchos, especialmente si hay varios niños en la escuela.
4. Confituras de las tiendas en dólares y en MLC: Aunque estas tiendas a menudo están desabastecidas, generalmente se pueden encontrar galletas, yogures, embutidos y jugos; sin embargo, los altos precios y la dificultad de muchas familias para acceder a divisas extranjeras las convierten en una opción poco viable.
Asegurar la merienda escolar en Cuba hoy es un acto de heroísmo. En medio de un contexto económico crítico, el ingenio y la solidaridad siguen siendo las herramientas más valiosas del cubano de a pie; sin embargo, para que estas estrategias sean sostenibles, se necesita también un compromiso institucional más sólido que reconozca la importancia esencial de la alimentación en el desarrollo infantil y en el futuro del país.