Foto: Cuba Noticias 360
Texto: Hugo León
Para el año 2024, la proyección de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se estima en solo un 1,3%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Este porcentaje no solo es inferior a las previsiones iniciales del Ministerio de Economía y Planificación de Cuba, que había estimado un crecimiento del 2%, sino que también está por debajo de la cifra proporcionada por la propia CEPAL en 2023. El organismo internacional había anticipado un aumento del PIB del 1,7% para 2024.
Las proyecciones cubanas fueron realizadas también a finales de 2023, cuando el ex ministro Alejandro Gil estaba al frente de la economía de la isla.
El hecho es que el rendimiento de los principales sectores económicos de Cuba no está cumpliendo con lo planificado. Los indicadores productivos, así como el arribo de turistas internacionales, continúan sin lograr el impulso necesario. Como resultado, la isla requerirá más tiempo para recuperarse de la crisis económica.
Esa crisis, a diferencia de lo que a menudo se expone en informes económicos de la propia isla, va más allá de los efectos de la pandemia. De acuerdo con analistas internacionales e incluso renombradas figuras en el ámbito de los estudios económicos, se trata de una crisis sistémica que, si bien fue severamente acentuada por la pandemia, tiene causas fundamentales relacionadas con la producción y el modelo económico.
Por su parte, la CEPAL reflexiona sobre los desafíos que enfrenta la región, como el bajo crecimiento y una “trampa de alta desigualdad y baja movilidad social, además de una trampa de baja capacidad institucional y gobernanza ineficaz”. Las contundentes declaraciones de la CEPAL recuerdan los discursos de los críticos de la revolución cubana, aunque esta vez provengan de un organismo económico internacional.
A nivel regional, la CEPAL anticipa un crecimiento promedio del 2,1% para América Latina y el Caribe este año. Según el informe del organismo, se espera que el Caribe crezca un 2,8%, cifra que supera significativamente el caso cubano. En respuesta a esta complicada situación, las autoridades cubanas han implementado un plan denominado “programa de estabilización macroeconómica” con el objetivo de revitalizar la economía.
Este plan implica ajustes en las políticas monetarias, cambiarias y financieras, así como nuevas directrices de precios que incluyen fuertes incrementos en los costos de insumos y servicios. Esta política se presenta como sucesora del llamado “reordenamiento monetario”, que a su vez derivó de los “lineamientos de la política económica y social”.
Lo cierto es que, independientemente del cambio de nombre, Cuba continúa inmersa en una crisis y no se vislumbran perspectivas de mejora a corto plazo.