Texto: Hugo León
No solo en las filas y en los autobuses se pueden oír las quejas de los habaneros sobre el triste destino que le ha tocado a La Habana, una ciudad cuya belleza ha sido reconocida por muchos, pero que ha sido maltratada a lo largo de las décadas debido a la desidia y la falta de inversiones.
En esta ocasión, el reclamo provino de la voz de Leonardo Padura, uno de los cubanos ilustres que ha regalado La Habana al mundo.
Según confesó el escritor en una reciente entrevista con el medio Infobae, La Habana ha dejado de ser deslumbrante, y esto no comenzó precisamente en años recientes, como muchos podrían pensar.
Para Padura, desde el mismo inicio de los cambios introducidos por el gobierno revolucionario de Fidel Castro, que transformaron gradualmente la urbe hasta dejar de ser el París del Caribe, como se la conocía en las décadas del 40 y del 50, hasta llegar a lo que es hoy.
El cierre de los emprendimientos privados, grandes almacenes, negocios y fábricas provocó la pérdida de ese carácter deslumbrante, explica.
“Después, en esos años, hay como una inercia que llega hasta los años 80. Y el colapso definitivo se produce en los años 90. Cuando desaparece la Unión Soviética, Cuba deja de recibir la subvención que mantenía al país y se comienza a vivir una enorme crisis, que es la crisis que aún vivimos hoy”, continúa.
“Los apagones de los años 90 se han reproducido en los últimos años, las carencias de los 90 se han replicado e incluso se han intensificado en estos últimos tiempos. Y La Habana, por supuesto, sufre de todas estas carencias, de toda esta falta de recursos”, concluye.
Leonardo Padura resume magistralmente lo que ocurrió en la ciudad: “se construyó cuando había dinero”.
Eso sí, también reconoce que la influencia y la presencia estadounidense no solo trajeron progreso y dinero para edificar edificios e infraestructura, sino que también “propició un enriquecimiento muy desigual de la sociedad cubana”.
Asimismo, reconoce la polarización y desigualdad en La Habana de este siglo: “La Habana nocturna se ha polarizado, es La Habana que disfrutan los turistas y los nuevos ricos cubanos, que son personas que, por alguna vía, han montado negocios y tienen posibilidades económicas. Un cubano normal no puede ir a comer a un restaurante o asistir a un cabaret y gastar 60, 70, 80, 100 dólares por persona. Eso se ha convertido en un privilegio de unos pocos”.